Capítulo 31.

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Capítulo 31

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Capítulo 31.

Luego de toda la información que Adrián me había brindado, cenamos en silencio cuando el camarero trajo la cena. En ocasiones, mientras comíamos, no pude evitar mirarlo de reojo para estudiar su temperamento, el cual se encontraba vulnerable.

—¿Ya estás más calmado? —carraspeé al limpiar mis labios con una servilleta.

—Más o menos —le dio un sorbo a su copa de vino—. Estoy pensando en qué puedo hacer para ayudar a tus amigos y en las muertes que han ocurrido en el hospital. Todo eso me tiene sumamente preocupado —me confesó.

—Lo sé —achiqué los ojos con tristeza—. La muerte de la recepcionista Lourdes López también me ha tomado por sorpresa. Era una buena mujer y una empleada muy amable.

Asintió lentamente al presionar los labios.

—Trabajó muchos años como recepcionista para el hospital, así que comprendo que te haya tomado por sorpresa. A mí también —se mostró apenado—. Lo más que me preocupa es que más conocidos del personal continuarán infectándose —dejó los cubiertos sobre la mesa y soltó un suspiro—. Todo está siendo un maldito caos y todos están vulnerables entre la vida y la muerte. Solo espero que las vacunas lleguen lo más pronto posible a nuestro país. Sonará egoísta, pero uno de los acuerdos que hicimos fue que priorizaran la llegada de la cura a Puerto Rico, porque, evidentemente, allá es donde vivimos con nuestros seres queridos —se encogió de hombros—. Así es esto, a veces tenemos que tomar decisiones difíciles por el bien de las personas que amamos.

—Así es —bajé la mirada y acaricié mi vientre, analizando y asumiendo toda la situación del momento.

«No, Nere. Todavía no podías decirle». Por un momento, mi subconsciente y yo nos pusimos de acuerdo, porque tenía que ver hasta donde llegaba todo lo que ocurría.

—Oye, Andy.

Sus ojos se posaron sobre los míos.

—Sé que desde hace un rato dejamos de hablar del embarazo de Gloria, pero quiero hacerte una pregunta respecto a eso.

Asintió lentamente y esperó mi pregunta en silencio.

—¿Crees que Damián lo sepa? Es decir, crees que él sabe que será padre?

—Honestamente, creo que no —espetó de repente—. Por lo que quiere hacer tu amiga, dudo mucho que lo sepa. Me parece que ella quiere marcharse sin decirle lo que le está ocurriendo, pero quien sabe —se encogió de hombros—. Son solo suposiciones mías, pero en el caso de que yo conociera esa información, supongo que tú lo sabrías primero que yo. Son tus amigos, ¿no?

—Sí, pero como sabrás, no me han dicho nada —carraspeé.

—Bueno, es normal que no hayas sabido nada de momento. Debe ser una noticia muy difícil de asumir.

Tragué saliva, pero decidí continuar poniéndolo a prueba.

—¿Y qué piensas respecto a eso?

—¿Respecto a qué? —me miró fijamente.

—¿Crees que ella debería decirle a él que será padre?

Lo reflexionó por un par de segundos al frotar su barbilla y luego no dudó en responder:

—Cada cabeza es un mundo aparte y evidentemente las situaciones de las personas son diferentes. No estamos en el lugar de nadie para decir lo que debería o no debería hacer una persona. Independientemente, de que las decisiones sean malas o buenas, pero mi lado lógico opta por el hecho de que ella se lo diga —se encogió de hombros—. Al fin y al cabo, es el bebé de los dos. ¿No es así?

—¿Qué? —bufé con cierto fastidio en mi voz—. ¿Es en serio?

—Qué yo no quiera ser padre por mi situación, no significa que ponga en tela de juicio a los que sí deciden serlo o los que lo son por otras situaciones.

Su respuesta era perfecta, pero a la vez me indignó, porque estaba siendo egoísta al no pensar en mí en ese aspecto de ser madre. Es decir, no era una situación que yo hubiese querido en el momento, pero así había sucedido y yo tendría que afrontarlo. Más bien, tendríamos que afrontarlo.

—Entonces, ¿no crees que estás actuando de manera egoísta en cuánto a mí?

—¿Qué? ¿Por qué coño estaría siendo egoísta? —rio de forma socarrona—. ¿Qué quieres decir con eso?

—Lo que quiero decir es que cualquiera puede pasar por la situación de un bebé inesperado y sientes empatía. Sin embargo, cuando se trata de ti es todo lo contrario —negué con la cabeza—. Si no te importa, ya me quiero retirar —me levanté del asiento.

—¿Qué? —frunció el ceño—. ¿Por qué? ¿No esperarás el postre?

—Ya comí lo suficiente y me siento muy cansada —esquivé su mirada.

—¿Estás segura? —se levantó del asiento y se acercó a mí al preocuparse de inmediato.

—Segura —le sonreí sin ganas de hacerlo.

Ey —sujetó mi brazo cuando le di la espalda para seguir mi camino—. No tienes que regresar sola a la suite —me miró a los ojos—. Espérame, iré contigo.

—Andy, ahora mismo no quiero estorbarte. Sé que estamos pasando por malos momentos, pero prefiero respetar tu espacio cuando te pones temperamental.

Su mirada verde se suavizó ante la mía y colocó ambas manos sobre mis mejillas, acariciándolas con delicadeza y dulzura.

—¿Tan intenso estoy como para que me quieras dejar solo?

Asentí y volví a esquivar sus ojos claros al sentir que los míos se humedecían.

—Oye, lo siento —volvió a girar mi rostro, haciendo que lo mirara a los ojos—. No es mi intención hacerte sentir mal con mi jodido carácter. Solo me siento muy estresado por todo lo que ha ocurrido y continúa ocurriendo—. Ya me calmo y hago lo que digas, ¿sí? —sujetó mi cintura con ambas manos, acción que me causó un leve escalofríos al sentir que estaban cercas de mi vientre.

—¿Es qué no lo entiendes, verdad? —exploté en llanto ante sus ojos claros y, por alguna razón, cuando una lágrima rodó sobre mi mejilla, justo en ese momento, supe que él había caído en la cuenta—. Sí, Wayne —tragué saliva y enjugué mis lágrimas ante su expresión atónita—. Estoy embarazada —le solté de repente con el corazón sumamente acelerado, esperando cualquier acción por su parte—. Yo-Yo-Yo... —comencé a balbucear al ver que continuaba en silencio—. Lo siento, Andy —sorbí por mi nariz y continué llorando—. Yo no quería que esto pasara, pero está sucediendo. Estaba buscando el momento y la manera para decírtelo y pensé que... —dejé de hablar cuando elevó su mano para que hiciera silencio.

Cerró los párpados por algunos segundos, bajó la cabeza, soltó un suspiro y con una expresión sombría, lentamente, se alejó de mí y se marchó del salón sin emitir ni una sola palabra ante lo que le había confesado.

MCP | La Cura ©️ (¡Completa!) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora