Capítulo 29.
—¿Qué? "¿Sobre un bebé?" —frunció el ceño—. ¿Qué sucede con eso? —su seria mirada mostraba frialdad.
—Bu-Bueno, es que yo...
—Ah, no me digas que ya estás pensando en tener bebés —soltó un bufido y negó con la cabeza al interrumpirme—. ¿No habíamos hablado sobre eso ya?
Tragué saliva y entrelacé mis manos al sentirme sumamente nerviosa y aterrorizada. Ni siquiera se hacía una idea de lo que verdaderamente me estaba sucediendo, pero aun así rechazaba la idea de tan solo imaginarlo.
—Sí, es que...
—Aly —soltó un largo suspiro—, entiendo que quizá tú sí quieras ser madre alguna vez, pero la realidad es que yo no me siento listo para ser papá. Apenas intento mejorar mental y temperamentalmente para situaciones futuras en cuanto a nosotros. Mírame, ¿en serio crees que yo sería un padre ideal y ejemplar?
Me quedé sin palabras, atónita ante sus frías palabras. Mi corazón dolía de tan solo pensar que me rechazaría por estar embarazada. Lo peor de todo era que no quería que lo nuestro se fuera a la basura por esperar un bebé que, claramente, procreamos entre los dos.
—Bueno, uno no nace siendo padre. Se aprende durante el camino, cuando se tienen hijos.
—Pero yo no los tengo —espetó—. Así que por el momento no tengo que saberlo. Además, apenas estoy superando mi pasado de mierda e intento arreglar las cosas con Johanna para tener un poco de paz mental. Entonces, dime, Alysha Nerea, ¿en serio crees que estoy listo para eso? Por Dios, fui concebido por una violación. Soy el hijo de un violador y evidentemente tendré que vivir por el resto de mi vida sabiendo eso. Dudo muchísimo que yo pueda ser un padre ejemplar.
—¿Qué quieres decir con eso? —engrandecí los ojos y bajo la mesa, coloqué mi mano sobre mi vientre.
—Quiero decir que no continuaré esta línea —expandió las manos y bufó con ironía—. Mi sangre no debe continuar propagándose en más generaciones. Esos hijos de puta que le hicieron daño a Johanna no lo merecen, ni yo tampoco.
—E-Entonces, verdaderamente, no quieres ser padre.
—Por supuesto que no quiero —zanjó—. Espero que lo comprendas, porque este tema me estresa mucho.
—Sí, lo comprendo —acaricié mi vientre bajo la mesa y por un momento mis ánimos se fueron por la borda.
—Fue por eso y por las enfermedades de transmisión sexual que siempre me cuidé y fui estricto cuando estuve sexualmente con otras mujeres. No solo utilizaba preservativos, sino que por eso las refería a un ginecólogo, para que se administraran una inyección anticonceptiva cada cierto tiempo —sujetó su copa de vino y le dio un sorbo. Debía admitir que al estar pasado de tragos, lo hacía más comunicativo y sincero—. Como ya te había dicho, eres la primera mujer con la que he estado sin un condón de por medio, pero como confío ciegamente en ti, me he tomado el atrevimiento de brindarte la libertad de que tú misma decidas cuidarte sin que yo te esté fastidiando todo el tiempo por lo mismo —enarcó las cejas y volvió a colocar su bebida sobre la mesa.
Bajé la mirada y continué acariciando mi vientre a escondidas de él, mientras sin saberlo ni darse cuenta, por un momento, había destruido una ilusión que había pasado fugazmente por mi cabeza, sobre el hecho de quizá hubiésemos formado una familia sin tan solo se hubiese sentido apto.
—Aly, lamento mucho si mis palabras han sido muy duras para ti —sujetó mi mano desocupada y la presionó—. Solo espero que entiendas que quiero que seamos solo tú y yo. Además, yo no podría compartirte con nadie y mucho menos con un intruso que podría quitarme toda tu atención. Solo yo quiero ser el centro de tu mundo, porque no podría soportar que otra persona y mucho menos un... —negó con la cabeza, le costaba hablar—. No podría soportar que un bebé me quite a mi mujer. Sería lo más desastroso que podría pasarme en la vida.
Engrandecí los ojos y sentí como las punzadas en mi corazón se agravaban. No quería herirlo, pero también sentía que me hería al hablar de forma tan despectiva de la cosita diminuta que albergaba en mi vientre.
—Espera, un segundo —sacó su teléfono laboral cuando comenzó a sonar—. Es la enfermera Garret —me dijo tan pronto vio el nombre en la pantalla. Estaba sorprendido de su llamada, ya que en Puerto Rico casi amanecía.
Sin embargo, cuando respondió, toda mi atención se centró en su conversación:
—¿Qué? —se sobresaltó—. ¿Estás segura de su diagnóstico? —presionó los labios cuando Garret le respondía al otro lado de la línea—. ¡Maldita sea! —se quejó al chocar su mano contra la mesa, causando que me asustara.
Continuaron hablando un par de minutos más, pero cuando terminó la llamada, me asesinó con la mirada al observarme como si yo le hubiese ocultado algo.
—Aly, te lo preguntaré una sola vez —me advirtió por lo bajo y percibí como sus ojos verdes se oscurecieron—. ¿Por qué has traído de vuelta el tema de conversación sobre un jodido bebé?
—Yo-Yo-Yo...
—Habla.
—Bu-Bu-Bueno...
—Qué hables de una maldita vez —gruñó al presionar su mano sobre la mesa, convirtiéndola en un puño.
—Andy, por favor, no te pongas así.
—No volveré a repetirlo, así que continúo esperando.
Cuando su expresión se convirtió en una sombría, supe que lo sabía y que estaba jodida. Estaba a punto de gritarle a los cuatro vientos que estaba embarazada y que todo lo que había dicho respecto a un hijo no deseado me había dolido.
—¿Ahora no eres tan valiente para decírmelo? —me retó con enojo, causando que yo presionara los puños con impotencia—. Quiero escucharlo de tu boca de una jodida vez.
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MCP | La Cura ©️ (¡Completa!) ✓
Romance(+21) (Libro 5) Lo inevitable no solo ha desatado una ola de emociones dolorosas entre Adrián y Alysha por la decisión que ella ha tomado en base a la pandemia global a la que se enfrentaban, sino que una serie de sucesos al otro lado del mundo, los...