Capítulo 25.

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Capítulo 25

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Capítulo 25.

—Claro —me sonrió—. ¿Qué quieres decirme?

—Bueno, es que... —la llamada de uno de sus teléfonos me interrumpió.

Sin embargo, ignoró la llamada y sus ojos volvieron a fijarse en los míos:

—Dime, mi amor.

«¿Sería correcto decirle en el momento?».

«¿Y si se enfadaba?».

«¡Nere, claro que se iba a enfadar y mucho!».

«Quizá me estaba precipitando y tal vez sí eran secuelas del virus».

—¿Aly? —frunció el ceño y posó su dedo pulgar bajo mi barbilla, haciendo que volviera a mirarlo a los ojos—. ¿Qué pasa? ¿Todavía te sientes indispuesta? Si no quieres salir más tarde, lo entenderé.

Eh, no —negué con la cabeza y posé mis manos sobre su pecho al dejarme abrazar por él—. Lo que quería decirte es que te amo mucho, ¿entiendes? —presioné los párpados—. Y eso nada ni nadie lo cambiará, pase lo que pase.

—Ya deberías sentirte cómoda al querer expresar tus sentimientos hacia mí, ¿no? —apartó su cuerpo del mío y sujetó mis mejillas—. Es decir, te noto titubeante. No tienes que limitarte, porque ya no me molesta que me digas todo lo que sientes. El sentimiento es mutuo, ¿entiendes?

Asentí lentamente.

—Yo también te amo mucho y estoy seguro de que nada ni nadie cambiará lo que siento por ti. Eres mi mundo y eres para mí solo —rozó su nariz contra la mía—. Eres toda mía.

Realmente, sentía que no era el momento idóneo para hablarle sobre lo que por el momento quería creer que era un susto. No podía precipitarme y decirle sobre un posible embarazo cuando ni siquiera me había hecho ni una prueba casera. Además de que estar en el otro lado del mundo hacía la situación más tediosa. Estaba segura de que explotaría su temperamento y en el momento los únicos apoyos que teníamos estaban internados en el hospital. Sin contar que tampoco sabría como el doctor Andrés Wayne tomaría la noticia de ser cierto.

No se me hacía raro que no sospechara de las señales que estaba demostrando. Yo era consciente de que estaba confiando en mí en ese aspecto y ya me lo había dejado saber. Definitivamente, podía enojarse y no estábamos en el ambiente ni el lugar correcto para eso.

—¿Quieres ver lo que traje? —me preguntó con una mirada llena de misterio.

Asentí y decidí olvidar por un rato el susto que estaba pasando en mis adentros. Caminé hacia la mesa y miré lo que había en las bolsas nuevas: un vestido rojo pasión, lencería que iba a juego y algunos productos de olores y sabores para el coito.

MCP | La Cura ©️ (¡Completa!) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora