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La discusión había iniciado en el momento en que Keiji tomó de la mano a Bokuto frente a sus padres; confirmando lo que segundos antes había mencionado: "mamá, papá; Bokuto y yo somos novios".

Los presentes se encontraban distribuidos en dos sillones y una mecedora: uno individual que era ocupado por el padre, la mecedora por la madre y, el sillón de tres piezas que soportaba el peso de los más jóvenes.

En cuanto su hijo terminó de formular aquellas palabras, su cuerpo reaccionó antes que su mente; acababa de golpear a su propio hijo en el rostro, algo que nunca antes había hecho. El sonido del impacto de su mano adornada con la sortija que representaba su unión con la mujer amada al encontrarse con la mejilla del más joven de la sala, perforó los ocho oídos que se encontraban en la sala y los dos que iban ingresando a la casa.

—Llegué...

¿Cómo te atreves a faltarme al respeto de esta manera? —el impacto en su rostro había provocado que lo girara hacia su derecha; por lo que, no se le podían ver sus ojos. La persona a su lado intentó intervenir, pero la voz del causante de aquella situación se lo impidió—. Ni se te ocurra tocar a Keiji frente a mis ojos, animal.

—¡No te atrevas a dirigirte de esa manera a Bokuto! —otro impacto. Pero esta vez había sido a puño limpio, marcando en mayor medida de esta manera, el daño provocado por esa "muestra de amor" redonda. Fue justo después de eso que, el primogénito de la familia Akaashi, quien acababa de ingresar a la sala atraído por el alboroto, intervino acompañado de Bokuto.

—Hey, ¿Qué pasa aquí? —cuestionó el joven de mayor edad a la vez que alejaba a su padre de su hermano, mientras este último era revisado por su pareja— ¿Qué sucede? ¡Akaashi tiene la mejilla roja!

—¡Es gay! —el silencio volvió a reinar el lugar, dejando con un nudo en la garganta a dos de las personas ahí presentes. Un sollozo se escuchó en el fondo.

—Cariño, por favor... Déjalo, seguro es una confusión —mencionaba la madre entre lágrimas y pequeños sollozos.

—¡¿Qué?! —ahora ya no se encontraba sosteniendo a su padre, sino que, miraba con repulsión a su hermano y a quien lo acompañaba—. Es broma, ¿No, Kei? —se acercó buscando conectar con su mirada, pero Bokuto se lo impidió al ponerse de pie mientras protegía al menor—. No. Debe ser una jodida broma, ¿Y todas esas revistas donde salían hermosas modelos que te regalé a los 15? ¿Me vas a decir que en realidad lo que siempre te ha gustado es que te la metan? —Bokuto estuvo decidido a golpearlo en ese momento. Y hubiera sucedido si una mano no se hubiera apoyado sobre su muñeca.

—Por favor, Bokuto —sólo eso fue necesario para evitar una pelea.

—Joder, ¡Ni siquiera te defiendes! ¿Qué se supone que son ahora? ¿Pareja? No, la pregunta sería, ¿Desde cuándo lo son? ¿Me estás diciendo que cada que este imbécil venía a dormir a casa en realidad era para coger? ¡¿Dos cerdos como ustedes hicieron eso bajo el mismo techo que el mío?! —el menor de los Akaashi no podía hacer otra cosa más que mirar al suelo, reteniendo sus emociones— ¡Joder, Keiji! ¡Si esto es una maldita forma de llamar la atención ya logró su cometido, cortalo ya! ¿Qué no entiendes que esto no es divertido?

—¡No lo es porque no tendría por qué serlo! —Akaashi podría permitir que lo agredieran tanto física como verbalmente, pero Bokuto no.

—¡Ja! ¿Qué se supone que eres? ¿Un macho cuidando a su hembra? ¿Es así como siempre te viste a ti mismo Keiji? ¿Siempre quisiste ser mujer? De cualquier manera seguirías siendo una mierda —y eso fue suficiente para lograr que Bokuto perdiera el control: se había lanzado contra el rostro del que debiera ser su cuñado. No sabía pelear, pero eso era irrelevante en ese momento; habían herido al amor de su vida y no se quedaría de brazos cruzados durante mucho tiempo más.

GERANIOS [BOKUAKA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora