18.

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—El señor Akaashi desea que baje, señor.

—¿A qué hora?

—Ahora. Desea desayunar con usted —Keiji dejó lo que se encontraba haciendo de lado.

—¿Perdón?

—Como lo ha oído; su padre desea tomar el desayuno en su compañía. Se encuentra a la espera de su pronta llegada, por lo que le solicita no demorar.

—Entiendo...

—En el jardín.

—Iré en seguida, gracias —el sirviente hizo una reverencia y se retiró luego de cerrar la puerta tras de si.

No importaba por qué lo hacía, pero era la segunda vez en la semana que sucedía.

—Buenos días.

—Igual para ti. Toma asiento, por favor —su hijo asintió y se sentó al otro extremo de la mesa—. Hace un estupendo día, ¿No crees?

—Sí.

Su padre hizo un movimiento ligero hacia uno de los sirvientes para indicarle que se acercara. Cuando lo hizo, le indicó que podían traer el desayuno; el sirviente hizo una reverencia y en seguida fue traído el desayuno para ambos.

—Provecho.

—Provecho.

Así había sido el anterior desayuno; sin una palabra más de por medio; incómodo.

—¿Cómo... Cómo les fue? —Keiji tragó el bocado que se encontraba en su boca sin ninguna prisa y alzó la vista hacia su progenitor.

—¿Disculpa?

—Me refiero a su viaje. Terminó hace tres días. ¿Fue...?

—Una grata experiencia.

—Entiendo —«Me alegro».

El resto del desayuno no fue diferente; cada que su progenitor formulaba una pregunta, él la respondía de la manera más directa posible; por esto, le fue imposible mantener una conversación.

—¿Has terminado?

—Sí. No tenía hambre.

—¿No...? —Keiji no entendió, porque nunca se concluyó aquella pregunta— Entiendo.

—Me retiro. Gracias por el desayuno —sin esperar respuesta, giró y se marchó.

Su padre tenía sus manos hechas puños.

• • •

—¿No crees que es raro?

—No he platicado con él en estas semanas, así que no sé cuáles sean sus intenciones al pedirte que desayunes con él.

—La última vez que lo hicimos fue antes de que supieran lo de Bokuto.

—A todos nos tomó por sorpresa... Sobretodo a él.

—Lo sé.

—No lo culpes, por favor.

—No puedes evitarlo, ¿Cierto?

—¿Disculpa?

—El preocuparte por él.

—No, cariño. Me temo que es imposible para mí a estas alturas —su hijo asintió—. Pero, ¿No crees que haga esto con la intención de acercarse de nuevo a ti? —Keiji lo pensó, pero se negó a aceptarlo.

GERANIOS [BOKUAKA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora