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—Hola —a pesar del tiempo, seguía siendo una voz sumamente orgullosa.

Una de las personas en la recepción lo miraba, con el entrecejo fruncido.

—Naoya, hijo. Adelante y, por favor, has lo que te solicité.

—No es como que pudiera hacer mucho, padre —la frase previamente dicha había sido pronunciada con desdén, sobre todo la última palabra.

—No te atrevas a... —la mano de su suegro le impidió seguir caminando en dirección al primogénito del mismo y, del mismo modo, que concluyera aquella frase.

—Déjalo, Koutarou. Está advertido.

Una corta pero fuerte risa escapó de los labios del defendido quien, empezando a caminar, se dirigió hacia donde ya hacia su joven hermano.

GERANIOS [BOKUAKA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora