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~Noticias de último momento. El integrante más joven de la familia Akaashi; Keiji Akaashi ¡Es gay!

~¿Qué? Y yo que quería con él.

Al dueño de la florería que frecuentaba le gustaba ver los noticieros que mencionaran escándalos sobre personas famosas o influyentes en el país; programas de chismes más que de noticias. Siempre había sido un lugar agradable (a pesar de los programas que veía) y hasta podría haber dicho que se llevaban bien, hasta ese día.

En la televisión se podían ver fotos que alguien les había tomado a Koutarou y a él el día de la fiesta. Keiji frunció el seño y apretó la mandíbula; estaba furioso, pero decidió que no servía de nada enojarse en ese momento; así que, relajó el semblante y se dispuso a pagarle al señor. No tenía la misma cara sonriente de siempre, ahora lo miraba con algo de desprecio.

—¿Algo más?

—No, sería todo —pagó y se despidió como siempre, pero antes de salir, el señor le dirigió la palabra de nuevo.

—¿Es verdad? —Akaashi sólo se quedó quieto—, lo de la tele, ¿Eres gay? —no hubo respuesta—. Mira, sé que no es de mi incumbencia, pero si la gente se entera de esto (y creeme que lo harán) dejarán de venir porque tu presencia hará que se sientan incómodos. Así que, te pido no generes ningún alboroto —Keiji lo miró neutro—. Mira; me agradas, así que te daré el beneficio de la duda. Pero por favor, trata de venir menos seguido y en un horario no tan concurrido.

—No será problema —nunca regresó a esa florería.

• • •

Si bien, su familia no se guiaba por los rumores, tenía que enterarse de lo que las demás personas dijeran sobre la misma; ya que, tenían una imagen que mantener. Por esto mismo, no tardaron en enterarse del escándalo que su hijo había ocasionado.

—Llegaste —su padre lo estaba esperando en un sillón que daba directo a la entrada de la casa: había mandado a disponerlo de aquella manera para que Keiji no pudiera evitarlo—. ¿Dónde estabas? —desde que había iniciado una relación formal con Koutarou, sus padres controlaban aún más su vida, evitándole lo más que se pudiera, el reunirse con el mencionado.

—La florería —mencionó a la par que levantaba el sobre que servía de almacén para las semillas recién compradas.

—No habrán sido un regalo de ese malparido, ¿Cierto? —Keiji suspiró, ya no tenía sentido enojarse por los adjetivos que su padre le daba a su pareja, no después de casi cuatro meses sin que cambiara su conducta.

Unos pasos se escucharon a lo lejos. Pronto esos pasos se encontraron en el mismo lugar que Keiji y su padre.

—Ya me voy, padre.

—¿Te despediste de tu madre?

—Justo antes de bajar; estaba recostada.

—De acuerdo. No te metas en problemas —su hijo asintió y, al encaminarse hacia la salida, se encontró con su hermano, con el que chocó sus hombros a propósito, logrando desequilibrarlo en el proceso.

—Estorbas —lo miró por el rabillo de los ojos y se fue, sin importarle que casi hace caer a su hermano.

Luego de lo sucedido, Keiji se dispuso a subir a su recámara, pero su progenitor se lo impidió.

GERANIOS [BOKUAKA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora