EPÍLOGO.

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—¡Abuelo! ¿Es cierto que mi hermano hizo un video haciéndote preguntas acerca de tu primer esposo?

El adulto mayor sonrió mientras asentía y depositaba a su nieta sobre sus muslos.

—Sí. Aunque lo correcto sería decir que realizó un proyecto para su carrera; yo sólo le estoy apoyando.

—Y ¿Por qué cuentas la historia de tu primer esposo? ¿Por qué no la de la abuela?

Bokuto sonrió, de nuevo.

—Ella me lo pidió.

—¡¿En serio?! ¿No le molesta que hables así de otra persona?

—Tu abuela nunca ha sido celosa.

—Entonces, supongo que está bien.

—¡Sí! No te preocupes por eso.

—¡Listo abuelo! Pueden venir —el grito que se dejó escuchar, provenía de la habitación continua; donde grababan la entrevista.

—¡Vamos, Haru!

—¡Sí!

La habitación había sido acomodada de tal manera que disponía de tres sillones mirando de frente a una manta donde sería proyectado algo. Cuando se sentaron su abuelo y su hermana, se colocó frente a ellos y comenzó a hablar:

—Antes de empezar, quiero agradecerles por estar aquí y, a ti abuelo, por permitirme compartir su historia —su abuelo sonrió, con cariño—. ¡Fue difícil acabar el vídeo de manera satisfactoria! Pero de verdad, espero lo puedas disfrutar tanto como yo —hizo una pausa y continuó—. Ya lo he mandado a mi profesor y estoy a la espera de mi calificación; gracias por todo el apoyo. Sin más que añadir, ¡Veamos el vídeo!

—¡Sí, hermanito!

—Veamoslo, hijo.

Luego de unos segundos, un vídeo comenzó a proyectarse: comenzó con una particular canción de jazz; Bokuto tuvo sentimientos encontrados «¿Cómo lo supo?». Mientras la música era escuchada, pocos créditos se presentaban en la manta y, luego de unos segundos, la imagen mostrada cambió totalmente.

Se trataba de un vídeo del mar, Bokuto pensó que lloraría.

~¿Lo has visto Akaashi? ~la cámara giró en dirección a un adolescente de cabellera oscura y ojos alargados pero relucientes; era apuesto~, ¡Las olas fueron muy altas!

El joven se acercó.

~Sí, lo ví Bokuto ~su voz también era preciosa~. Debería grabarlas en lugar de a mí.

~¡¿De qué hablas Akaashi?! Verte a tí también es un espectáculo —el joven negó, divertido.

El video volvió a cambiar, dejando ver a un Bokuto rodeado de arrugas y con canas; hacia años que había perdido su característico cabello.

~Debería iniciar presentándome; soy Bokuto Koutarou y les hablaré del que fue el hombre más importante de mi vida: Akaashi Keiji ~sonrió ampliamente~. Era espectacular.

Tras esta toma, le siguieron muchas más donde Bokuto platicaba diversas anécdotas y, entre ellas, aparecían vídeos que fueron tomados en diversas épocas y lugares a lo largo de la vida de Akaashi; en la mayoría aparecían Bokuto y Akaashi. Cualquiera habría entendido toda su historia y vida juntos con ese único video; su nieto se había esforzado por hacerlo de esa manera.

Mientras el vídeo avanzaba, pequeñas y traviesas lágrimas dejaban su lugar seguro bajo los ojos del anciano para salir al exterior mientras eran acompañadas de un gran y rugoso nudo en la garganta. Bokuto había experimentado múltiples emociones en un corto período de tiempo.

Al concluir la proyección, la habitación quedó en silencio y el hombre mayor colocó sus manos en su rostro.

—¿Abuelo? ¿Estás bien?

—¿Abue?

—Estoy bien, estoy bien —movió la mano izquierda, restándole importancia—. Sólo necesito unos minutos.

—Entiendo. Ven, Haru.

—¿Eh? Pero abue tiene algo en el rostro: tiene sus manos en él, deberíamos ayudarlo.

—Lo ayudamos dándole su espacio. Ven.

—Pero...

—Vamos.

Cuando se encontró solo, sonrió.

—Fuimos felices, ¿No fue así, Kei? —un joven de 25 años y ojos de mar lo encaró mientras portaba una sonrisa.

Sí. Lo fuimos.

Bokuto sonrió y sus ojos se volvieron a llenar de lágrimas.

—¡Kei!

El joven sonrió más y acarició el rostro envejecido.

Lo hiciste, realmente lo hiciste —siguió acariciando el rostro ajeno—, a pesar de todo cumpliste mis peticiones.

Y disfruté el realizarlas.

Gracias; estoy feliz de que hayas podido avanzar. Agradecele a Haruka también.

Kei, tú...

Estoy feliz, verdaderamente feliz —acercó sus rostros y besó suavemente sus labios—. Te amo tanto.

Se alejó completamente y, con una sonrisa en el rostro, se desvaneció.

A Bokuto no le importaba si aquello había sido real o simplemente había sido resultado de su mente bombardeada por tantos recuerdos y sentimientos; él era feliz, siempre lo fue y, eso era lo relevante.

—He tenido una muy buena vida —tras lo anterior, el anciano cerró los ojos mientras una sonrisa se posaba en sus labios.

GERANIOS [BOKUAKA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora