33.

29 7 7
                                    

Al concluir la ceremonia, el féretro que contenía el cuerpo de Keiji fue despedido por una serie de aplausos que, eran acompañados por lágrimas derramadas únicamente por las personas más cercanas al difunto.

Al desaparecer por la enorme puerta aquel objeto lúgubre, la señora Akaashi se permitió llorar sin importar quién la viera. Su esposo, que se hallaba a su derecha, la abrazó e intentó consolarla. Fracasó; necesitaba que alguien lo consolara a él. Por esto, Bokuto, quién se encontraba a la izquierda del matrimonio, los abrazó y dijo, entre bordes y gemidos acuosos que entrecortaban su habla:

—Recuerden que él siempre los va a amar; nunca lo olviden.

No importaba a qué distancia se encontraran las personas de aquel trío; tal escena de había vuelto el centro de atención. Murmullos de comprensión y lástima eran pronunciados.

Al otro lado del lugar, hasta el fondo, una pareja de dos hombres con cabellos oscuros se abrazaba fuertemente; consolando y apoyando al contrario:

—Todo estará bien, todo estará bien.

—Lo sé —por más que renegara el hecho de que el derramar lagrimas servía para liberarse, Kenma admitía que en aquel momento era lo único que necesitaba; por esto, se permitió expresar su sentir con aquellas lágrimas, mismas que, le obligaron a decir de manera cortada aquella frase.

Su pareja, más alto y más amplio que él, lo mantenía resguardado entre sus brazos; él estaba y estaría a su lado, siempre.

—Perdón por no protegerte como tú lo haces conmigo, amor.

El hablar con ese tipo de apodos incomodaba a Kenma; debido a ello, sorprendió a su pareja que le hubiera dicho aquello con tal apodo. Sonrió, triste.

—Tu simple presencia es tranquilizadora y reconfortante —hizo una pausa para levantar el rostro de su novio y mirarlo a los ojos—. No tienes que hacer nada más.

Su novio, con rostro rojo e hinchado asintió y volvió a abrazarlo fuertemente.

Luego de permanecer unidos unos minutos, el hombre más alto se separó, indicándole a su pareja que acompañaría a Bokuto ya que nadie lo había consolado a él. Su pareja, comprensiva, asintió y terminó de alejarse del contrario, acompañando tal acción con un: "adelante, iré en unos momentos". Kuroo asintió y caminó hasta llegar con su amigo y abrazarlo fuertemente; Bokuto se derrumbó y todos cuanto lo vieron, lloraron también.

GERANIOS [BOKUAKA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora