38.

73 8 5
                                    

—Conocí a una chica —dijo después de depositar aquel ramo de geranios sobre la tumba—. Fue muy gracioso: yo estaba sentado en la cafetería de enfrente y al pararme, choque con ella, ¡Le derramé su frappé con crema batida en su ropa! ¿Puedes creerlo? Porque yo sigo sin hacerlo; entré en pánico porque no sabía qué hacer, pero al parecer ella sí. Me dijo que no había problema y se limpió a si misma; me sentí un inútil —su tono de voz sufrió un cambio drástico: de efusivo y emocionado a opaco y quedo—. Pero ella se dió cuenta y me aseguró que no había nada de qué preocuparse. Su sonrisa me recuerda un poco a la tuya —sonrió con nostalgia—. Luego de un rato sin saber qué hacer o qué decir, le ofrecí mi sudadera para que se cambiara de ropa y la invité a tomar un café, creí que no aceptaría, ¡Pero lo hizo gustosa! ¿Te lo imaginas? ¡No sólo había sido amigable con el sujeto que recién le había derramado su bebida, sino que, había aceptado tomar su bebida a su lado! Creo que te encantaría ser su amigo.

Luego de ese monólogo, guardó silencio durante un momento, para después continuar con su relato.

—Se llama Haruka, es un lindo nombre, ¿No? —se preparó para decir lo siguiente:— Keiji, yo... ¿Cómo se supone que diga esto sin sentir que te estoy traicionando? —sus manos se trasladaron a su rostro y ahogó un grito desesperado—. Bien, lo diré —Tuvieron que pasar 5 segundos para que decidiera continuar—. Creo que me gustó; es increíble y tenemos muchas cosas en común. Pero no sé si nos iría bien, ella no es como tú, Keiji.

El viento sopló y unas cuantas hojas secas fueron arrastradas por él.

—¡No me malentiendas! Ella es estupenda, pero no es tan tranquila como tú y no sé si nos favorezca tener a dos locos sin control en una relación —suspiró—. Yo ya estoy hablando sobre una relación y sólo llevo conociendola unos días, ¡Capaz y ni le gusto! —otro grito ahogado— ¡Oh, es cierto! Tengo que contarte algo. Ya tuvimos nuestro primer malentendido —sonrió, aunque no sería correcto que tuviera esa sonrisa de triunfo—, deja te cuento.

Se sentó frente a la lápida y continuó su relato.

—Cuando nos vimos ayer, me fue inevitable hablar sobre ti (me sorprende que haya tardado tanto tiempo en hacerlo) —tres días, para ser concisos— y, evidentemente, me dirigí hacia ti como mi esposo, ¡Ella se enojó y se fue! No lo entendí al principio, pero en cuanto lo hice, corri hacia ella y le dije en dónde se encontraba tu recidencia; eso la hizo poner una cara digna de una pintura, ¡Ojalá la hubieras visto, Kei! —sonrió antes de avanzar con el relato—. Luego de eso, me pidió perdón y dijo que lo sentía inumerables veces, creo que hasta podría haber llorado. Yo le dije que no se preocupara, que ahora todo estaba bien. Ella sonrió y me dijo que le encantaría conocerte ¡Así que espera sólo un poco, prometo que los presentaré! —un brillo adornó sus bellos iris ámbar.

Pasó el resto de la tarde a su lado, como todos los años, hasta que oscureció y se tuvo que retirar.

—Oye Kei, no suelo preguntarte esto pero, ¿Cómo estás allá? ¿Es cálido? De verdad espero que así sea, ¡No me sentiría nada bien si te encontraras pasando algún malestar! —se pudo percibir una pizca de enojo en esa última frase—. Espero que también puedas estar en contacto con Leo, a Kenma le haría muy feliz saber que lo estás cuidando —Leo, el pequeño gato que Kenma y su pareja rescataron, murió casi un año después de Keiji.

Bokuto sonrió una última vez y añadió:

—Lo siento amor, pero tengo que irme ya; vendré a verte en dos semanas porque ¡Es nuestro aniversario! ¿Lo recuerdas? ¡Claro que lo haces, si tú nunca olvidarías una fecha tan especial! —abrazó la lápida y se levantó—. Nos vemos después, amor. Prometo que me seguiré portando bien para no preocuparte. Te amo.

Sonrió ampliamente y se retiró del lugar para regresar, como lo había prometido, dos semanas después. Y cómo lo había estado haciendo a lo largo de todos esos años.

GERANIOS [BOKUAKA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora