17.

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—Koutarou... —el mencionado giró y saludo con un ligero movimiento de cabeza a la pareja que recién llegaba.

—¿Cómo estás, Bokuto?

—Estoy.

—Ven —su amigo más íntimo abrió los brazos para que el otro lo ocupara de apoyo tanto emocional como físico a partir de ese cálido abrazo.

Al pasar unos minutos, su amigo Kenma hizo lo propio; el contrario era mucho más pequeño y delgado que él, pero eso no impidió que ambos se abrazaran fuertemente mientras el más joven le dedicaba suaves y reconfortantes caricias en sus homóplatos.

—Estaremos aquí hasta que tú te vallas. Así que, si necesitan algo; lo que sea, llámanos.

—Gracias, chicos. Él está feliz de que asistan.

—No podríamos no hacerlo, Bokuto.

—Se encuentra a la izquierda —una suave palmada en su hombro izquierdo fue la respuesta de su amigo; mientras se alejaba acompañado de su pareja.

—Llegaron demasiado temprano, ¿No crees?

—Era su amigo. Me atrevería a decir que Kenma es quien más sufre de los dos.

—¿Por qué?

—Porque eran como hermanos.

Su suegro se sorprendió; era cierto que casi siempre estaban juntos, pero nunca se había imaginado que fueran tan unidos. El señor asintió y se dirigió a un sillón para poder pensar.

A los pocos minutos, una familiar cabellera de color rojizo llegó y, en cuanto vió a Bokuto, su inconfundible sonrisa no estaba.

—Ey, Koutarou.

El hombre volteó, sin sorprenderse; desde que Akaashi había empeorado su tía había estado a su lado, decidiendo olvidar toda responsabilidad que tuviera en ese momento: "mi sobrino es más importante que mi trabajo", a sus jefes no les gustó este comportamiento; sin embargo, era tan valiosa que no le recriminaron nada y esperaban pacientemente su regreso.

—Hilda —al estar frente a frente, se abrazaron—. Qué bueno que ya estás aquí.

—Sí —sonrió de manera melancólica, como era impropio en ella—. Ya estoy aquí.

GERANIOS [BOKUAKA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora