26.

35 7 14
                                    

Era un hecho; oficialmente eran esposos.

Tuvieron que ir a Taiwán; el único país de su continente que permite y valida el matrimonio igualitario. Y, si bien, en su país no sería validada la unión que es legal en otro país, ellos se encontraban felices de que, en al menos otro país, pudieran gritar a los cuatro vientos que ya eran esposos sin temor a ser lastimados gravemente.

Como era de esperarse, sólo asistieron las personas que los apoyaban abiertamente; dando como resultado una lista de invitados de 8 personas.

—¡Es fantástico!

—¡Lo sé, hermano! —ambos hombres brincaron y se abrazaron, mientras dos amplias sonrisas se reflejaban en sus rostros—. ¡Estoy infinitamente feliz por ti!

—¡Gracias bro, gracias por estar aquí!,  ¡Gracias por todo!

—Oh, bro; deja las cursilerías para tu esposo.

Se separaron con una enorme carcajada proveniente de cada uno de ellos.

—Sí, ¡Es mi esposo! —y, girandose hacia donde su pareja se encontraba, gritó:— ¡Kei, somos esposos!

El pelinegro se sorprendió ante el fuerte grito de su, ahora, esposo. Y, tras una sonrisa llena de amor, pronunció con la misma emoción que su amado:

—¡Sí, Kou; lo somos!

• • •

¡Wow, es realmente amplia!

—Perfecta para nosotros, ¿No crees?

—¡Completamente!

—Dame un momento, ¿Sí?

—¡Claro, tomate todo el tiempo que necesites amor!

—No tardaré. Pero, te recomiendo que esperes sentado.

—¡Lo que digas, amor!

Los recién casados sonrieron con amor para que, segundos después, se hallara solo en la enorme cama matrimonial el mayor de ellos y el restante en el baño.

Como lo habían mencionado, la habitación era amplia en todo sentido; y, encajaba perfectamente con el motivo de su presencia. Mientras el mayor esperaba, decidió revisar sus redes sociales; en ellas, encontró historias de su mejor amigo, eran sutiles y no mostraban el por qué o el qué se encontraba festejando; la pareja les había solicitado la mayor privacidad posible a todos sus invitados.

Tras ver todas sus historias, una enorme sonrisa se formó en su rostro; ya que, la última de ellas había sido una donde salían los dos mejores amigos y sus respectivas parejas. Todos sonreían.

Después de verla unos segundos, decidió responderle a su amigo; sin embargo, ese mensaje nunca fue enviado debido a que la puerta del baño se abrió lentamente, haciendo que el hombre sentado en el borde de la cama centrara su mirada y atención hacia la persona que poco a poco era mostrada tras la puerta de madera blanca.

Keiji ya no vestía el traje negro que había utilizado, al igual que Bokuto, durante su casamiento. Sino que, ahora su piel era abrazada por un lindo conjunto blanco que resaltaba sus grandes muslos y cuerpo marcado; Bokuto no necesitó más para otorgarle toda su atención.

—Kei...

—Kou —se hallaba completamente ruborizado; nunca antes había utilizado ese tipo de ropa, ninguno de los dos—, ¿Te hice esperar mucho?

GERANIOS [BOKUAKA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora