GERANIOS [BOKUAKA]

25.

Debido a la presencia no deseada de aquella persona en el lugar, decidió salir al balcón a despejar su mente un segundo y, tras unos minutos, su amigo más fiel lo acompañó.

—No recuerdo habertelo dicho, pero creo que necesito sacarlo.

Su acompañante lo miró extrañado, diciendo "continua" con la mirada.

—Nuestra última conversación fue hace tres días —pausó por unos instantes, como si necesitara un impulso; este, fue la mano de su amigo siendo recargada en su hombro—. Contemplo esa como la última porque fue la última vez que lo ví realmente consciente y es una ocasión donde puedo asegurar que sabía con quién hablaba —claro que había estado presente en su último día, pero no entablaron nunca una plática aquel fatídico día; las circunstancias no lo permitan —. Y, ¿Sabes? Creo que nunca podré olvidar sus últimas palabras dirigidas hacia mí.

—¿Quieres contarme?

"—Te apuesto lo que quieras a que estarás fuera de aquí en menos de una semana.

El hombre recostado en aquella cama de hospital sonrió para responder:

—Te apuesto a que no".

›Esas, amigo mío, son las palabras con las que su memoria siempre vendrá a mi mente.

Y, antes de que se percatara alguno de ellos, dos ríos de lágrimas marcaron su inicio en aquellos ojos cerrados y su final en el frío y acabado mármol del balcón.

Su amigo, que también comenzaba a llorar, lo abrazó fuertemente mientras una sola frase invadía su mente: "te dije que nunca hicieras una apuesta con él".