64. Thomas Shelby (3/?)

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Advertencia: Actualizaciones lentas, probablemente esto se convierta en una fic, no estoy segura.

Nota: Si bien está basada en la serie Peaky Blinders, habrán algunas cosas que cambiarán para el desarrollo de esta historia.



Thomas Shelby claramente estaba furioso, la postura rígida de sus hombros era un indicio de que la decisión que su tía había tomado no le gustaba. 

— Ella no es esa maldita espía. − El cigarrillo quedó a medio camino a sus labios cuando escuchó aquellas palabras, girando sobre sus pies se enfrentó a Polly. 

— Esto no se trata de Grace. − Polly bufó al notar el ligero temblor en la voz de su sobrino al mencionar a la mujer que lo había engañado. 

— Si tú lo dices. − Se burló antes de colocar un cilindro blanco entre sus labios y encenderlo.

— Mira Polly... − Comenzó a apuntarla con el dedo índice, otro indicio más de su furia, además ese gesto también significaba que necesitaba que su tía entendiese que las cosas se harían como él decidiera. 

— No, Thomas, esta no es tu decisión aunque creas que lo es. Puedes ser el que tiene la última palabra en muchas cosas, pero en esto no. − Lo interrumpió, mirando directamente al frío y duro azul en los ojos de su sobrino. Polly Gray era de las pocas personas, tal vez la única, que podía mirar directamente a los ojos del líder de los Peaky Blinder y enfrentarse a él sin terminar flotando en el canal. — Ella se queda hasta que yo lo diga. 

Thomas se quedó en silencio, limitándose a mirar a su tía; debatiéndose si sería buena idea iniciar una pelea con ella. Él la conocía a la perfección y sabía que no daría su brazo a torcer. La cosa era que simplemente no entendía los motivos de Polly al involucrar a una extraña en el negocio, inclusive dejarla vivir en su maldita casa. Su mirada se desvió hasta donde yacía la manzana de la discordia, recostada en la vieja cama y esa misma sensación que sintió en el Garrison volvió a él; no sabía qué era y eso solamente lo frustraba. Había algo que faltaba, a él siempre le gustaba tener todas las cartas en su mano y ahora mismo se sentía como si una se le hubiese deslizado entre los dedos.

No, él no volvería a cometer el mismo error que hizo con Grace, sobre su cadáver  dejaría que otra mujer jugase con él. 

— Bien. − Fue lo único que dijo antes de dar media vuelta y salir de la habitación. Thomas tenía que hablar con sus hermanos.

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— Thomas ya se fue, querida, puedes dejar de fingir. − Era estúpido pensar que Polly no se daría cuenta de que estaba despierta. La castaña sabía a la perfección que la matriarca de los Shelby sabía y percibía cosas que nadie más podía. Así que sin más se reincorporó hasta quedar sentada en la cama. 

— ¿Por qué lo hizo? − Quiso saber pues ella no era ninguna estúpida y sabía perfectamente que Polly no se había creído del todo la patética historia que contó el día que llegó a Small Heath. Así que, ¿por qué dar la cara por ella? Si bien ella no era ninguna traidora como Grace, sí era una mentirosa. 

— Porque primero quiero saber la verdad. 

— ¿La verdad? − La risa que escapó de sus labios fue un tanto psicótica. Ese lapso de tranquilidad que tuvo cuando recuperó la consciencia llegó a su fin. Pol vio cómo la chica inconscientemente llevó una de sus manos hasta la herida en el cuello; un corte superficial cortesía de la impulsividad de su sobrino. — La verdad es que sí siento dolor, miedo e inclusive estoy sangrando. Creí que no podía, ¿sabe? Mierda, aunque muy en el fondo una voz me decía que solo estaba tratando de convencerme a mí misma de lo contrario para no aceptar la realidad, ¿y cómo hacerlo? Todo es una locura... es simplemente imposible. 

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