Nota: Les debo pedir que no se ilusionen, todo aparentemente es color de rosa, pero ya saben que me gusta y vivo por el drama.
Él estaba acostumbrado a que las personas le tuviesen miedo, no era nada nuevo en su vida y, si era honesto consigo mismo, le gustaba esa sensación de poder. Le gustaba ver cómo las personas se apartaban de su camino como si él fuese algún tipo de Dios, le divertía ver cómo se encogían bajo su mirada y como esa simple acción le bastaba para mayormente conseguir lo que quería. La reputación de los Malfoy en el mundo mágico era conocida por todos, bueno, casi todos.
Draco rara vez estaba de buen humor, su temperamento siempre era agresivo, soberbio y, aunque nunca lo admitiría, siempre estaba a la defensiva pues él realmente no confiaba en nadie. Los problemas constantes en la mansión Malfoy no hacían más que ensombrecer su humor y gracias a ello su ánimo rayaba en lo volátil y hostil. Él realmente quería regresar a Hogwarts y no porque extrañase las clases o alguna basura parecida, sino porque al menos ahí estaría rodeado de personas que compartían algunos de sus ideales; no les llamaba amigos porque muy en el fondo presentía que la mayoría estaba a su lado por ambición o conveniencia, después de todo él era el príncipe de Slytherin. No, el rubio quería volver al colegio porque su único entretenimiento real, el único que le dibujaba una sonrisa en el rostro era meterse con el trío de oro; San Potter, la sangre sucia y el traidor a la sangre de Weasley.
Sin embargo, se encontraba frente a alguien que sin siquiera intentarlo le tenía sonriendo genuinamente. Se sentía como una bocanada de aire fresco pues no había prejuicios, nada. Sí, él amaba el poder que conllevaba su apellido, pero a veces ese mismo poder le aislaba pues temían acercarse a él y los que lo hacían le miraban de cierta forma porque ya sabían sobre la oscuridad que lo acompañaba a él y a su familia. Se podría decir que él ya estaba marcado, justo como Potter, quisiera o no.
— Gracias por esto, por todo, me divertí. – La chica le agradeció una vez que aparecieron nuevamente en aquella librería.
Draco no supo muy bien qué decir, él no estaba acostumbrado a ese tipo de situaciones. Es más, el rubio nunca había hecho nada por alguien más que por sí mismo. Si alguien lo viese en ese momento, pensaría que estaba bajo algún tipo de hechizo.
— Sí, bueno, tenía que elegir a mi siguiente víctima, ¿no? – Bromeó, tratando de no escucharse arrogante, pero cuando una sonrisa se curvó en los labios de la chica sabía que había fallado. Ella estaba acostumbrándose a su personalidad y no sabía si eso le agradaba o no.
— Eh, supongo que debo irme. – Sin embargo, no hizo ningún movimiento para irse, Draco pensó que tal vez, solo tal vez, ella tampoco quería que aquel instante terminase. Tristemente ambos tenían que volver con sus familias.
Ambos se miraron fijamente por unos segundos, tratando de ponerle nombre a esa sensación que se formaba en su interior. El rubio nunca imaginó que alguien se atrevería a desafiarlo y así a sacar su mejor lado, mucho menos una desconocida que le insultó cuando chocaron por primera vez, claro, él había comenzado, pero ¿quién en su sano juicio buscaría algún tipo de riña con un Malfoy? Sin embargo, ella no sabía quién era y el rubio aprovechó esa ignorancia. Quiso olvidarse de quién era y todo lo que implicaba porque una vocecita en su mente no dejaba de susurrarle que ella no era como él, bastaba con ver la calidad de su ropa y el poco contacto con la magia para darse cuenta; pero la ignoró porque había algo en ella que le atraía.
La castaña no sabía cómo, pero era como si el ojigris supiese qué botones apretar para sacarla de sus casillas; era como si algo acerca de él la retase y eso le gustaba. Nunca se había sentido así, además, el era un misterio y se moría por resolverlo. No entendía cómo alguien podía tener tantos contrastes; en un segundo era un verdadero imbécil egocéntrico y al siguiente era alguien más amable e incluso divertido. Esa aura que cubría al rubio despertaba su curiosidad, era el epitome de todo lo que había leído y, aunque se repitió mil veces que ella nunca sería una de las protagonistas, ahí estaba; anhelando ver una vez más esa sonrisa en los labios del rubio.
Eran desconocidos, ambos eran consciente de aquel detalle, pero nunca habían sentido esa conexión con alguien más.
— Deberías sonreír más. – Sus mejillas se sonrojaron cuando se dio cuenta de había dicho sus pensamientos en voz alta. — Me refiero a que, uh, tus ojos se ven más brillantes y, no sé, te hacen ver más, eh, ¿atractivo?
Una sonrisilla divertida se dibujó en el rostro de Malfoy, sus mejillas doliéndole debido a que no había parado de hacerlo desde que estaba con ella.
— Sonría o no, siempre me veo atractivo, cariño. – La chica se sonrojó aún más al escuchar el mote cariñoso. Ella quiso decir algo, pero de reojo pudo observar a sus preocupados padres; probablemente buscándola.
— Me tengo que ir. – Giró sobre sus pies, dispuesta a irse, pero una mano la sujetó del brazo, girándola nuevamente. Sus ojos curiosos vieron al rubio mientras este buscaba algo dentro de la chaqueta de su traje.
Una pequeña bola de pelos negra resaltaba en la mano pálida del chico, ella ahogó un grito cuando se dio cuenta de lo que era.
— Supongo que es mi forma de decirte que no soy tan cretino como crees que soy. – Draco dio lo mejor de sí para no sonrojarse, las palabras de su padre resonando en su cabeza -mostrar emociones nos hace débiles-. Aunque también su padre le había enseñado que no tenía que disculparse por actuar arrogantemente pues ellos eran de la realeza mágica, pero esa chica le hacía actuar diferente a como había sido educado toda su vida.
— Muchas gracias, de verdad. –Abrazó al pequeño conejo contra su pecho, una sensación hormigueante floreciendo en su pecho. — Pero ¿cómo...? Olvídalo. – Murmuró sacudiendo su cabeza, era imposible que él pudiese leerle la mente y de esa manera saber que quería un conejo, el cual no había encontrado en la tienda de animales.
Ella ignoraba que el rubio la había seguido después de que habían chocado y él nunca admitiría que había desaparecido para encontrar un conejo para la castaña y que cuando se encontraban en la librería era porque él esperaba verla ahí.
La chica volvió a murmurar un adiós, alejándose unos cuantos pasos del rubio, sin embargo, en un impulso que se sintió malditamente correcto, regresó para dejarle un beso en la mejilla pálida del rubio.
— No eres un cretino, eres mejor que eso, mucho más, lo sé. – Susurró una vez que sus labios rompieron contacto con la piel del chico y se marchó.
Draco se quedó ahí, una sonrisa genuina en sus labios y una de sus manos sobre aquel lugar que los labios ajenos habían tocado. Ninguno de los dos se dio cuenta del sonrojo del contrario, ambos eligieron ignorar las mariposas en su estómago porque solo cuando ambos estuvieron demasiado lejos, se dieron cuenta que no sabían su nombre, nada y las probabilidades de volverse a ver eran nulas.
O eso creían.
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One shots (Multifandom)
FanfictionOne shots con los personajes que quieras. Puedes pedir en los comentarios! * Pedro Pascal * Ben Hardy * Norman Reedus/Daryl Dixon * Paul Wesley/Stefan Salvatore * Tom Holland * Noah Centineo * Shawn Mendes * Matty Healy * One Direction * Dylan...