One shots (Multifandom)

69.Fred Weasley (1/?)

Nota: Les dije que había actualización doble.

Advertencia: Línea temporal alterada para el bien de la trama.

No sabía en qué momento las cosas comenzaron a cambiar, mucho menos cuándo fue que las líneas se comenzaron a desdibujar, pero cuando finalmente la realidad me cayó como un balde de agua fría, era demasiado tarde para dar marcha atrás porque lo que sentía por él había crecido tan exponencialmente que me daba miedo lo fuerte que era.

Me sentía atada de manos porque sentía que no podía hacer nada al respecto para tratar de borrarlos o tan siquiera para hacer que no creciesen más de lo que hacía. Aunque, honestamente, no sería capaz de hacer algo porque eso implicaba alejarlo de mi vida y no estaba mentalmente preparada para ello ni tampoco sería tan fácil. De cierta manera nuestras vidas estaba entrelazadas, éramos parte de ella. Y ahora que era consciente de que mis sentimientos por él habían cambiado radicalmente, ya no podía obligarme a verlo como el hermano mayor de uno de mis mejores amigos. Lo peor era que yo no sabía si él todavía me seguía viendo como la mejor amiga de su hermano menor.

A veces pensaba que sí. En esos días cuando me trataba de la misma manera de la que trataba a mi hermana, una mano invisible apretujaba mi corazón. Sin embargo, la mayoría del tiempo las mariposas en mi estómago me decían que tal vez existía la posibilidad de que él correspondiese mis sentimientos porque la manera en la que me miraba, tomaba mi mano y me sonreía era diferente y no era mi imaginación porque todos bromeaban sobre eso, ellos veían lo mismo que yo.

No podía ser mi imaginación, ¿o sí?

Hermione siempre había sido más perspicaz que yo, ella había sido la primera en darse cuenta de que mis sentimientos por él habían cambiado. Ella, como buena hermano mayor por diez minutos, quería que yo fuese feliz y estaba absolutamente convencida de que él sentía algo más profundo por mí. Ginny también lo creía porque él, siendo su hermano mayor, no la protegía tanto como a mí ni siquiera la celaba cuando un chico se acercaba a ella, pero sí lo hacía conmigo y eso significaba algo.

Estaba bastante segura de que la mayoría de los alumnos estaban convencidos de que él y yo teníamos una relación pues siempre estábamos juntos, él siempre mantenía su brazo rodeando mis hombros, cada día nos sentábamos a lado del otro en el gran comedor. Todo el tiempo nos regalábamos roces inocentes; amaba jugar con su cabello rojizo y al le gustaba jugar con los anillos en mis dedos. Mi lugar en la sala común era sobre sus piernas, le gustaba que me sentase sobre él y a mi me encantaba la sensación de sus brazos rodeando mi cintura. Si él quería dormir una siesta, su lugar predilecto era mi regazo mientras entrelazaba mis dedos en las hebras de su cabello. Cada día era más difícil ignorar la sonrisillas conocedoras de los demás e inevitablemente mis ilusiones crecieron, mis sentimientos por él se volvieron más fuertes y esa noche dónde ninguno de los dos pudimos conciliar el sueño, pero sí pudimos conocer el sabor de los labios del otro, creí que había llegado a la cima.

No pude estar más equivocada.

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Desde que entré al gran comedor supe que algo malo sucedería, no sabía qué, pero ese sentimiento de ansiedad no me había dejado en paz en toda la semana. No me podía concentrar en mi tarea y no era por el hecho de los murmullos de Harry y Ron sobre el Yule Ball, sino por cierto pelirrojo. No habíamos hablado de lo que sucedió esa noche y no porque no lo hubiese intentado sino porque él parecía estar evadiéndome y no entendía por qué o tal vez sí lo hacía, pero era demasiado doloroso aceptar esa razón.

Entonces todo sucedió demasiado rápido.

Él estaba molestando a Ron y a Harry por su falta de acompañantes para el baile, un segundo después él estaba invitando a Angelina, justo frente a mí. Apenas si fui consciente de la mano de Hermione apretando mi pierna o de las miradas de asombro de los que estaban escuchando ni mucho menos de lo rápido que estas se convirtieron en unas de pena. Simplemente me quedé ahí, escribiendo sobre el pergamino como si nada hubiese pasado.