86. Pedro Pascal (5/?)

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Después...

Nunca esperó que aquella mañana al abrir sus redes sociales se encontraría con aquellas fotografías que fácilmente derrumbarían aquellos muros de papel que en tres semanas había logrado construir. Tampoco pensó que el dolor podía sentirse peor ni que su autoestima pudiese caer más bajo, pero claramente se había equivocado, lo que tristemente estaba volviéndose una costumbre en su vida. 

Lo más lógico hubiese sido bloquear el celular y tratar de continuar con su día, pero la curiosidad nunca fue una buena consejera. 

Los comentarios no hacían más que probar que aquella venenosa vocecita en el fondo de su mente tenía razón, siempre la tuvo. 

Pedro nunca la amó, no de la manera en la que ella quiso creer, tal vez él sí le tenía algún tipo de cariño, pero probablemente muy en el fondo él sabía que todo era pasajero porque sus mundos no encajaban y nunca lo harían. Y la prueba eran aquellas fotos donde la sonrisa el hombre que amaba se veía más brillante mientras miraba a la mujer que se encontraba envuelta entre sus brazos e incluso si solo eran fotos, podía jurar que podía ver aquel profundo amor en los ojos cafés de Pedro. 

Tal vez el proponerle matrimonio era solo el plan de respaldo de él para tener algo seguro en caso de que no encontrase algo mejor que ella, pero lo había encontrado y probablemente fue por esa razón que Pedro se había vuelto distante con ella en las últimas semanas de su relación, ahora ya tenía una explicación de por qué él ya no le devolvía aquellos "te amo" que ella le regalaba. Él ya no quería estar a su lado, solo no sabía cómo deshacerse de ella y el embarazo fue la oportunidad perfecta. La verdad estaba ahí, frente a ella, brillando como esos letreros de luz neón.

Ella era el plan B, el peor es nada en la vida de Pedro y había estado tan estúpidamente enamorada y cegada como para darse cuenta. 

Siempre estuvo frente a ella, pero decidió ignorarlo y ahora estaba era momento de sufrir las consecuencias de sus actos. 

Desde el inicio de lo que una vez hubo entre Pedro y ella fue forzado, ahora era capaz de verlo. Joder, había sido tan malditamente obvio cuando él  dejó de llamarle después de aquel primer beso, debió dejarlo en paz y no insistir porque si al final él había había aparecido de nuevo en su vida era simple y sencillamente porque era un ser humano que cometía errores y no estaba exento de caer en la tentación de lo que  consideraba prohibido; salir con alguien a quién le doblaba la edad. 

¿Qué dirían las personas si la viesen en ese momento? ¿Con las mejillas húmedas, ojos hinchados y rojos mientras reía como si alguien le hubiese contado la mejor broma? Aunque claro, si prestabas más atención podías ser capaz de reconocer el dolor detrás de aquellas risas y si te quedabas más tiempo te darías cuenta de lo rota que se encontraba porque ahora entendía.

Abrazándose a si misma, agradeció por segunda vez que Pedro haya insistido en mantenerla lejos del ojo público porque al menos así ella no tendría que soportar la idea de que miles de personas supiesen que solo fue el sucio secreto de Pedro Pascal. 


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Despues...

Una y otra y otra vez. 

La tinta comenzaba a perder color, el papel a desgastarse. Tal vez porque constantemente era doblado y desdoblado, tal vez por la fuerza con la que lo empuñaba cada vez que rompía en llanto dentro de esas cuatro paredes. 

Una y otra y otra vez.

Las palabras ya se encontraban grabadas en su mente, en su corazón.

Una y otra y otra vez.

No había necesidad de volver a leer, pero lo seguía haciendo porque cada vez que lo hacía volvía a sentir como esa herida dentro de sí comenzaba a sangrar, volviéndose más profunda, más dolorosa. 

Una y otra y otra vez. 

Se merecía cada miserable gramo de dolor, eran las consecuencias de sus acciones y tendría que vivir con ello. 

Una y otra y otra vez. 

Los pequeños momentos en los que su cansada mente caía rendida ante el sueño, podía escuchar su voz. Aunque ya no estaba ese amor, ni esa calidez, solo había frialdad y aunque agradecía volver a escucharle aunque sea en sus sueños, odiaba que lo único que escuchaba eran esas palabras. 

Una y otra y otra vez. 

Deseo concedido. 

La nota que ella había dejado atrás solo era un eco de las ultimas palabras que él le escupió con tanto veneno. 

Se sentía completamente perdido, incompleto, arrepentido, rogándole al mundo, a la vida e incluso a un Dios que no estaba seguro que existiese que le ayudasen a corregir toda la cadena de errores que había cometido.

Y es que Pedro Pascal no quería que ese estúpido deseo se volviese real. 


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⏰ Última actualización: Sep 07, 2023 ⏰

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