83. Pedro Pascal (3/?)

368 37 7
                                    

Advertencia: Drama, Drama y más drama.





Antes.


Todo estaba bien hasta que ya no lo estuvo, repentino, ni siquiera lo vio venir y es por esa misma razón que no estaba preparada para lidiar con esa situación de la mejor manera. No quería ser todo lo que aquellos comentarios decían, pero no es nada raro que el miedo nuble la razón.

Odiaba esa sensación de saber que algo estaba mal, pero no saber qué era. No podía hacer nada para siquiera tratar de solucionarlo porque ya había hecho todo lo que estaba en sus manos. A veces sentía como si ella fuese la única que estuviese intentándolo, se supone que las relaciones son de dos entonces ¿por qué tenía esa sensación de que ella era la única que estaba dando todo sin recibir nada? Sí, probablemente habían mejores maneras de decir en voz alta todos esos pensamientos negativos que le atormentaban desde que él comenzó a volverse distante. Tal vez debió actuar con más madurez, tal vez.

No obstante, ella había llegado a un límite cuando vio esa sonrisa que solo era para ella dirigida a alguien más. Ese alguien más siendo todo eso de lo que ella era insegura; más bonita, mejor cuerpo, madura, se desenvolvía en el mismo ambiente que él y lo más importante era que ella encajaba mejor a lado de Pedro y en su mundo. Ese alguien no provocaría tantos comentarios desagradables, no habrían tantas personas llamándole ingenua o interesada, tampoco le dirían a Pedro que se estaba aprovechando de su situación de poder (como si ella fuese una chiquilla de quince años), él no estaría tan estresado cuando los medios le preguntaran sobre su relación y no hubiese tenido que cambiar la manera en la que trataba a sus fans. Así que cuando fue testigo de la manera en la que Pedro le sonreía con esa estúpida curva en sus labios que tanto amaba, algo se rompió dentro de ella pues ahora los constantes mensajes, las llamadas que él contestaba lejos de ella para evitar que escuchase comenzaban a tener un retorcido sentido y realmente esperaba que solo fuesen sus celos e inseguridades haciéndole ver cosas que no eran verdad porque la otra alternativa era demasiado dolorosa.

— No voy a discutir más el tema. — Lo vio alejarse de ella, una imagen que en las últimas semanas se estaba volviendo cada vez más común. Podía sentir el escozor en sus ojos y por un momento pensó que tal vez era mejor dejarlo así, pero las siguientes palabras se sintieron como una puñalada a su corazón. — A veces me olvido que todavía te falta mucho por madurar, te comportas como una chiquilla... no sé cómo me metí en esto.

— Eres un idiota. — El nudo en su garganta era del tamaño de una pelota de tenis. — ¿Soy una chiquilla cuando quiero que tengamos una conversación dónde no estés evadiéndome, pero repentinamente no lo soy cuando quieres tener sexo? Eres un hipócrita.

— ¿Yo? — Las palabras le hicieron detenerse y girarse para encararla. La manera en la que él se acercó nuevamente a ella le dijo que él estaba comenzando a enojarse. — Eres tú la que está acusándome de ser infiel por culpa de tus estúpidas inseguridades sin fundamento alguno.

Otra puñalada más directo a su corazón.

Miró directamente a los ojos cafés de Pedro, buscando algo en ellos, cualquier cosa que le dijera que las voces en su cabeza estaban equivocadas, que en realidad él no quería decirle todas esas palabras hirientes y solo eran producto del calor del momento, pero lo único que encontró fue frialdad y nunca se imaginó que algún día él la miraría de aquella manera.

— Mírame a los ojos y dime que solo estoy imaginando cosas. — Odió escuchar la vulnerabilidad en su voz, quería ser más fuerte, pero el miedo a la verdad ganó. Lo amaba con toda su alma, pero no sería esa persona que se quedaba donde no la querían ni la valoraban.

Esperaba que esos hermosos y profundos ojos cafés perdieran ese brillo hostil, que se derritieran como chocolate fundido para después sentir esas grandes y ásperas, pero cálidas manos sujetar con delicadez su rostro para decirle que no había nada entre él y su compañera de reparto y después borrar su dolor con besos. Sin embargo, ninguna palabra salió de los labios contrarios, no hubo caricias, ni besos, aunque sí había algo escondido en esos ojos que ella no pudo identificar.

El silenció también es una respuesta, ambos lo sabían.

La cabeza comenzó a dolerle, de repente se sentía como si hubiese bajado de la rueda de la fortuna después de varias vueltas en ella. Los bordes de su vista comenzaron a oscurecerse y todo parecía moverse en cámara lenta. Había una presión en sus oídos, como si estuviese siendo sumergida en la parte más profunda del océano a una velocidad inhumana. Su cuerpo estaba haciendo un gran esfuerzo por mantenerla de pie, pero el dolor que sentía en su pecho estaba siendo cada vez más agonizante y el aire parecía insuficiente en sus pulmones. El corazón le latía cada vez más rápido, más intenso y la presión en su pecho que comenzaba a esparcirse por el hombro hasta la punta de sus dedos le hizo pensar que tal vez estaba teniendo un infarto. Irónico, para muchos muy joven para tener una relación con el hombre que amaba, pero para la naturaleza era lo suficientemente grande para tener un potenciar infarto.

No sintió cuando él intentó tomarle de la mano ni tampoco de lo rápido que ella se alejó de su alcancé.

No escuchó a la hermana de Pedro entrar por la puerta ni tampoco el pánico en la voz de ambos hermanos.

Lo único que sintió fue la manera en la que su cuerpo se apagó y lo ultimó que vio fue el piso de madera de la casa que compartía con él.

One shots (Multifandom)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora