Eventos inesperados

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Para Daniela no había habido ningún evento en su vida que hubiese sido tan miedoso. Ni siquiera cuando había viajado a Colombia y todo el viaje había sido turbulento y en varias ocasiones había pensado que se iba a caer el avión había sentido tanto terror como en los momentos posteriores a que aquel hombre la había atacado. Ella sintió un dolor que nunca había sentido, como si la hubiesen golpeado con un bloque en el costado. Y perdió el sentido por quién sabe cuánto tiempo.

Cuando recobró la conciencia ya estaba en la camilla y la estaban subiendo a una ambulancia. Ella quiso levantarse, siendo sujetada por los paramédicos, que le decían que se mantuviera tranquila, que no se moviera tanto. Necesitaban llevarla a la sala de emergencias para hacerle todos los exámenes necesarios y saber en qué estado se encontraba. "¿Cómo se llama usted señorita?" le preguntó el paramédico con voz calmada. "¿Recuerda qué día es hoy? ¿Quiere que llámenos a alguien?"

Daniela respondió todas las preguntas acertadamente, recordaba su nombre y que día estaba viviendo. Cuando le preguntaron a quien quería llamar, pensó en pedir que llamaran a María José, pero recordó que estaba ocupada, y que además apenas se habían visto una vez, así que era como raro que la llamaran porque había tenido un accidente, va a salir corriendo ante semejante responsabilidad, quien se quiere encargar de un accidentado que acababa de conocer, pensó Daniela. Pidió que llamaran a Raúl, que con suerte ya había regresado a NY, y que tenía conocimiento de todas sus cosas, pólizas de seguro, nombre de su médico primario, los teléfonos de sus padres, todo lo necesario, así que si, Raúl era la opción para llamar en ese momento.

No recordaba cuándo había sido la última vez que la habían llevado a una sala de emergencia, de hecho creía que la única vez que había estado en una, y en su natal Colombia, fue cuando se tragó una moneda a los dos años, y su mamá la llevó desesperada. No había sido nada grave, pero su mamá siendo una madre primeriza, se había puesto nerviosa. Obviamente esta historia siempre salía a colación cuando había reuniones familiares y querían molestar a su madre. Cuando pase todo esto la tengo que llamar, pensó.

Vinieron los médicos, le volvieron a hacer la ronda de preguntas pertinentes a sí sabía su nombre, que día era, que año y quien era el presidente del país, todo lo necesario para saber cómo estaban sus funciones cognitivas. La llevaron a hacerle rayos X, pues el golpe había sido fuerte y querían descartar una fractura en las costillas y posteriormente un ultrasonido, para también descartar alguna hemorragia interna. Todo los resultados fueron entregados sin ninguna novedad, el médico que la atendió dijo que sólo tenía contusiones, pero que con analgésicos y un poco de reposo iba a estar bien.  Le iban a dar el alta médica, cuando la hicieron levantarse y casi se desmaya, y empezó a sentir ganas de vomitar por lo que los médicos prefirieron dejarla en observación una noche. Posiblemente es fue una reacción de su cuerpo ante todo el suceso, y no era nada de preocuparse, pero querían estar seguros y observar, le manifestó el doctor amablemente.

Cuando ya pudo estar tranquila, después de todos los exámenes, pudo conversar un rato con Raúl, a quien le permitieron verla por unos minutos. "No te voy a regañar porque ahora te sientes mal, pero prepárate que mañana me vas a oír", le dijo Raúl con reproche.

No tienes motivos para regañarme, no hice nada malo

No estoy tan seguro de eso, pero mañana me escucharás. Hoy quiero que descanses y te recuperes.

¿Le enviaste el mensaje a María José?

Si.. tan pronto como me dijiste que lo hiciera. Y ya su amigo me llamó y le dije que estabas bien, por supuesto no le dije que casi te desmayas, no queremos que tu amiga crea que va a tener que encargarse de una minusválida, que se entere después que se enamore de ti.

Tan fuerte como la piedra Donde viven las historias. Descúbrelo ahora