Turistas

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El sol estaba en su maximo esplendor entrando por la ventana, por lo que Valentina se despertó y comenzó por taparse los ojos, ya que esa luz la estaba encandilando.

Tomó su teléfono para ver la hora y se sorprendió de ver que eran las 11 de la mañana. Estaba extrañada de que Poche no la hubiese venido a despertar con sus pesadeces de que había que madrugar, así fuese un domingo.

Le parecía gracioso todo lo que había cambiado Poche sus hábitos de sueño. Siempre fue muy dormilona cuando vivía en Colombia pero al parecer mudarse a otro país la había convertido en madrugadora.

Estuvo revisando su teléfono y conversando con algunas de sus amigas de la universidad, considerando que ya estaba por comenzar el semestre y quería cuadrar con ellas cuando regresase a Colombia.

Una de sus amigas le estaba contando acerca de otra chica a quien Valen había conocido hacía el final del semestre anterior, que le había caído muy bien, que le parecía una persona muy artística, y con quien había sentido una grata conexión. Ese tipo de personas que te hacen sentir bien, cómodos y con quien quieres pasar tiempo.

—Te lo digo Valentina, Effi me estaba preguntando mucho por ti—le dijo con complicidad su amiga—Yo creo que le gustas.

—¿De que hablas Caro? Claro que no le gusto.

—Me pregunto que si sabía de ti, cómo estabas y que si era verdad que tú tenías novio y que habías tenido una decepción amorosa.

—No lo puedo creer, que te hayas puesto a hablar de mi vida amorosa con una desconocida—le contesto Valentina entre indignada e intrigada.

—No es una desconocida. Es Effi, la asistente del profesor González, que estuvo con nosotros al final del semestre, y una reconocida lesbiana. Y si pregunto por ti, es que le gustas.

—Caro, deja de estarte haciendo escenarios locos en tu cabeza.

—Me preguntó si le podía dar tu número.

—¿Que???—le gritó Valentina con el estómago dándole vueltas del susto y la emoción—¿Y se lo diste?

—No. le dije que te iba a preguntar primero. ¿Se lo doy?

Valentina estaba desayunando cereal con leche y casi lo derrama de la impresión de lo que le estaba diciendo su amiga Caro.

—No lo se enana—le contestó Valentina dudosa—déjame pensarlo.

—Bueno no te hagas mucho de rogar, que no sabes cuando el amor llega.

Valentina volteo los ojos, se despidió y colgó la video llamada que estaba haciendo desde la cocina. En ese momento sitio pasos y unos instantes después vio cómo Poche y Daniela venían llegando a la cocina agarradas de manos y muy amorosas.

—Buenos días Valentina—le saludo Daniela.

—Hola Pulga—siguió Poche con el saludo—¿cómo amaneciste?

Valentina se les quedó mirando fijamente a la una y después pasaba a la otra, tenía muchas cosas en la cabeza pero había algo que le llamaba la atención.

—Las veo cómo resplandecientes—les dijo Valentina con los ojos entrecerrados, analizandolas—¿Ustedes pasaron toda la noche cogiendo?

Daniela soltó una gran carcajada mientras se sonrojaba ligeramente, mientras María José la miraba horrorizada.

—Valentina, respétame que soy tu hermana mayor.

—Eso no tiene nada que ver con que hayas pasado toda la noche cogiendo hermana—le decía Valentina para molestarla.

Tan fuerte como la piedra Donde viven las historias. Descúbrelo ahora