Perdidas

227 23 1
                                    

El camino hacia el Delaware Water Gap era impresionante. Montañas verdes, ríos que corrían paralelos a la carretera, casas coloniales hermosas, animales pastando, era todo un espectáculo.

Las tres mujeres se sentían felices de estar allí, se sentían maravilladas de todo el paisaje, especialmente Valentina, a quien le parecía increíble toda la naturaleza a su alrededor, un tanto diferente a lo que estaba acostumbrada en su natal Colombia.

—Wow hermana, que bello es este paisaje—admiraba Valentina sobrecogida por tanta belleza

—Y esto no es nada—le contestó su hermana—espera que lleguemos al sitio y veras la belleza en su máxima expresión.

—Esto se pone bellísimo en otoño—intervino Daniela—la paleta de colores en el otoño es espectacular. Cuando vengas en algún otoño, podrás observar con tus propios ojos.

—He visto fotos y me imagino que verlo en persona va a ser un espectáculo.

Maria Jose revisaba su GPS y noto que le mostraba cruzar a la izquierda a través de una pequeña vía, por lo que bajó la velocidad y activar las luces direccionales del carro.

—¿Ya estamos llegando?—le preguntó Daniela.

—Pareciera que sí, según el GPS. Me está mandando a cruzar hacia allá—dijo María José señalando con la mano hacia la pequeña carretera.

—Esa vía se ve rara—dijo Valentina frunciendo el ceño.

—No empieces Valen—le contestó María José—nos vas a poner nerviosas a todas.

—Ay amor, no te preocupes por mí—le dijo Daniela acariciando un poco su brazo derecho—las carreteras no hacen que me den ansiedad ni ataques de pánico.

—Pero a mí sí—le contestó su novia, sonriendo tímidamente.

—Ay cosita...

—Eso te pasa por estar viendo tantos documentales—le dijo acusatoriamente Valentina—Mi mamá siempre la ha regañado por eso, se ponía a ver documentales de crímenes y después no podía dormir sola y quería irse a la cama de mis papás.

—Valentina, no me estes sacando los trapos al sol.

—Hermana, tu novia debe saber que eres una miedosa.

Las mujeres siguieron conversando, y viendo el camino por donde iban, y a medida que se adentraba por esa vía pequeña, observaban que las casas se iban espaciando, y observaron que algunas estaban abandonadas.

—Por aquí debe vivir algún asesino en serie—decía Valentina mientras miraba las casas.

—Valentina...

—Ay Poche, sabes que no hay ningún asesino, deja de ser cobarde.

María José noto que el celular parecía haber perdido la señal, y el GPS estaba señalando que en pocos metros estaba el destino que buscaba pero no veía nada que pareciera la entrada de un parque.

—Amor, ¿tienes cobertura en tu teléfono?

Daniela revisó su celular, dándose cuenta de que decía "No service".

—No tengo, amor—le contestó a su novia, un poco preocupada—¿tu tienes?

—No, no tengo.

María José siguió manejando hasta el momento en que el GPS anunció que habían llegado a sus destino, pero lo que veían a su alrededor era solo montaña, y al lado izquierdo veían el río, pero no había manera de llegar hasta allí.

—Ahí está el río—comentó Valentina—pero se ve que es un Barranco hacia abajo, ¿cómo llegaremos hasta ahí?

—Lo mismo me estoy preguntando—dijo María José preocupada.

Tan fuerte como la piedra Donde viven las historias. Descúbrelo ahora