Creando recuerdos

442 30 3
                                    

Después de salir del restaurante las dos mujeres se fueron tomadas de la mano hacia el carro. Daniela estaba intrigada de lo siguiente que harían y se imaginó que aún no irían a casa de María Jose.

Al llegar al carro y antes de abrirle la puerta a Daniela, María Jose tomó su mano, la jalo acercándola y tomándola por la cintura para depositar un beso en sus labios, con la suficiente carga emocional para sentir que algo estaba comenzando a crecer en su interior.

—Quiero mostrarte un sitio de esta ciudad que me encanta, que siempre he querido visitar con alguien especial y hasta ahora no lo he podido hacer—dijo MJ después de soltarla de beso.
—¿Dónde quieres llevarme?
—Hay un hotel donde quiero que nos quedemos esta noche...

Daniela la miró con confusión en sus ojos.

—¿Por qué quieres que vayamos a un hotel si podemos quedarnos en mi apartamento?
—¿Recuerdas que te dije que quería que hiciéramos nuestros propios recuerdos?—exclamó Maria José suavemente, y sin esperar su respuesta continuó hablando—Quiero ir a este lugar que me fascina y quiero hacerlo contigo, quiero construir recuerdos contigo y quiero empezar de una vez. Estamos juntas en este momento y quiero aprovecharlo. Hagamos como que somos un par de turistas en Nueva York. Vayamos a sitios que ya conocemos, pero hagamos como que nunca los habíamos visitado, porque lo nuevo es que los estamos visitando juntas.
—Mañana tienes que ir a trabajar...
—Le enviaré un mensaje a Zach, tengo como mil días de vacaciones sin usar, ellos pueden hacer el trabajo sin mi por un día y si surge algo urgente, bien puedo conectarme remotamente y resolver. ¿Tienes algo agendado para mañana?
—Nada que no pueda cambiar. Pensaste en todo.
—Es un plan de contingencia que armamos si ocurría una situación en que yo necesitara hacer algo, y ahora mismo necesito pasar tiempo contigo.

María José volvió a besar suavemente a Daniela, le abrió la puerta y luego se dirigió al lado del conductor para ir al lugar al que quería llevar a la mujer, pero antes hizo algo en su celular.

—¿Tu sabias qué hay una aplicación con la que puedes encontrar reservas en hoteles para el mismo día, y para hoteles buenos y a bajos precios?— le dijo a Daniela encendiendo el carro y dirigiéndose hacia donde quería pasar la noche.
—No sabía—le contestó Daniela con ternura—¿por qué eres una cosita tan tierna?.

Daniela vio los ojitos emocionados de María José. Algo que le atraía de ella era eso, la pasión que ponía en todo, era como nerd para las cosas y se emocionaba con una niña ante cosas sencillas. Y Daniela tenía debilidad por las personas así.

Mientras iban en camino, María José le contaba a Daniela acerca de la fascinación que este lugar tenía sobre ella. Escuchó de él cuando estaba en la universidad, en una de sus clases, con su profesora favorita, que tenía pasión para mostrar sus clases, les motivaba a siempre buscar aprender cosas, más allá del aula de clases. Motivaba a sus estudiantes a buscar fuentes de inspiración en cualquier lado y a cuestionar todo lo establecido.

En una de esas clases les hablo del hotel Martha Washington, que había sido construido originalmente pensando en albergar mujeres profesionales exclusivamente, en respuesta al incremento de mujeres en la fuerza laboral de la ciudad de Nueva York, lo que creó la necesidad de alternativas residenciales para dichas mujeres. En esa época era difícil cuando una mujer viajaba sola tener acceso a hoteles y después de ciertas horas era incluso peligroso para ellas. La ciudad necesitaba alternativas donde las mujeres pudieran ser tratadas con igualdad y respeto.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Tan fuerte como la piedra Donde viven las historias. Descúbrelo ahora