Explicaciones

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Daniela tomaba su café parada en la cocina, mirando por la ventana. El día estaba hermoso. Soleado, sin una nube en el cielo, y parecía que iba a hacer una temperatura agradable, consistente con la época del año, se estaba terminando el verano y se acercaba el otoño.

Estaba cansada, no había podido dormir bien debido a la borrachera que se había pegado su novia, además de haberla tenido que irla a buscar de madrugada.

Después de llegar a casa, desnudarla y acostarla en la cama, se quedó a su lado velando su sueño, preocupada de que pudiera vomitar y ahogarse con su propio vómito, por lo que casi no durmió.

Cuando ya amaneció y vio que su novia había pasado la peor parte de la borrachera decidió bajar a la cocina, hacerse café y montar una sopa de pollo para cuando María José se sintiera con ganas de comer. Sabía que las resacas eran terribles y a pesar de lo molesta que estaba, quería darle apoyo a su novia.

En eso sintió pasos, y volteándose curiosa por ver si era su novia que despertó de los muertos, vio que era Valentina que venía riéndose sola.

—Buenos días cuñis, me vengo riendo de toda la aventura de anoche.

—Buenos días Valen. Ni me digas que me siento agotada de cansancio por haber tenido que estar pendiente de tu hermana toda la noche.

—Me imagino que no fue fácil—le dijo Valentina entre apenada y divertida.

—Para nada. Me daba miedo que le dieran ganas de vomitar y que por estar tan borracha se ahogara en su propio vómito. Además de que roncaba como un camionero. No sé cómo tanto ruido salió de ese ser humano tan chiquito.

Valentina solo se reía a carcajadas de imaginarse cómo estaría roncando Poche con esa borrachera.

—Mi hermana va a tener que hacer muchas cosas por ti para poder resarcir su cagada. Tienes que ponerle penitencias—le dijo Valentina a Daniela con una sonrisa en los labios.

—Te recuerdo que yo soy tu hermana, no Daniela—Poche se acercó a ambas silenciosamente e hizo para darle un piquito a Daniela.

Daniela dudó por dos segundos si corresponderle su beso o no, pero lo pensó mejor y decidió no negárselo, después hablarían con calma de toda la situación.

—Tienes aliento de borracho—le dijo Daniela mientras le servía una taza de café—¿Cómo te sientes?

—Siento que aún hay alcohol en mi cuerpo dando vueltas, pero puedo ya funcionar en mis cinco sentidos.

—Me alegro. Te hice sopita de sobre y también huevitos revueltos con tocineta. Dicen que para pasar la resaca es bueno comer grasas. Eso pone a funcionar el hígado.

María José se sintió tan querida y cuidada que se acercó a su novia, tomó su cara entre sus manos y le dio un beso suave en los labios.

—Te amo—murmuró María José mirándola a los ojos y abrazándola luego—Gracias por cuidarme, a pesar de ser una tonta.

Daniela la miró a los ojos, y le sonrió con amor, porque a pesar de que la hizo pasar un muy mal rato, sabía que eso no era lo que definía a Poche como persona.

—Tenemos que hablar de esto—le dijo a su novia, devolviéndole el beso.

—Yo las dejo para que conversen con calma—les expresó Valentina, yéndose a su cuarto—Tengo una cita virtual con Effie.

Maria Jose y Daniela se sentaron en el mesón de la cocina y cada una con una taza de café, se dispusieron a hablar. Daniela no quería presionarla sino que ella misma le contara lo que le había pasado el día anterior.

Tan fuerte como la piedra Donde viven las historias. Descúbrelo ahora