Cruzando puentes

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Daniela despertó y antes de abrir los ojos se hizo consciente de la posición en que estaba. Se dio cuenta de que María José la tenía abrazada, y que apoyaba su cabeza en la mitad de su espalda, podía sentir su respiración. También sintió la forma en que la mano izquierda de ella estaba posada delicadamente en su seno derecho, como acunándolo. Le dio risa y ternura la manera cómo la abrazaba y se dijo a sí misma que esa forma de despertar no le era para nada desagradable. Abrió los ojos y se encontró en la penumbra de la habitación del hotel, miró la hora y vio que era aún temprano por lo que decidió dormir un poquito más.

Cuando volvió a abrir los ojos ya no sintió la presencia de su acompañante a su lado y empezó a buscarla en la habitación. María José estaba sentada en el piso, en posición de loto, con los ojos cerrados y los audífonos puestos. "Está meditando" pensó Daniela y se volvió a acostar a esperar a que terminara su actividad.

—Buenos días hermosa—dijo María José, acercándose a la cama y sentándose al lado de Daniela—¿Dormiste bien? 
—Buenos días linda, dormí todo lo bien posible—hablo Daniela con flojera en su voz—siento que me estoy mal acostumbrando a amanecer contigo...
—No es necesariamente una mala costumbre—le contestó María José posando un beso delicado en sus labios.
—Aún no me cepillo los dientes—le dijo avergonzada.
—¿Y cuál es el problema?—dijo procediendo  a besarla nuevamente—Vamos a salir en unos minutos para que nos dé tiempo de pasear, dejaremos el carro aquí e iremos en subway y caminando.

No bien terminando de hablar, sonó el celular de MJ, que mirándolo con extrañeza lo contesto.

—Hola Vane. Y ese milagro que me llamas... No, no he sabido nada... déjame poner las noticias...Si, si, todo bien... te llamo después, gracias por estar pendiente. Un abrazo.

Daniela la miraba con curiosidad mientras María José prendía el televisor en el canal de noticias, donde mostraban información acerca de un tiroteo que había ocurrido hace pocas horas en el subway en Brooklyn. Ambas miraban con horror las noticias que estaban transmitiendo. Algo que a ambas les preocupaba era la situación de inseguridad que se vivía en la ciudad de Nueva York a raíz de la pandemia de Covid. Se habían disparado las estadísticas de agresiones a personas aleatorias en el subway por parte de indigentes, y Daniela era un ejemplo de ello, que si bien no fue en el subway, había sido una situación provocada por la pandemia.

—¿Quieres que cambiemos los planes?—le preguntó Daniela a una Maria José pensativa frente al televisor.
—No... ¿Por que habríamos de cambiarlos?... Somos New Yorkers, estás cosas no nos detienen—le dijo besándola en la sien.

En ese instante ambos celulares comenzaron a sonar, sus padres las estaban llamando, seguramente ya habían visto las noticias y querían saber cómo estaban, algo que era común que ocurriera en esos casos.

—Hola papi—contestó Maria Jose su llamada—Imagino que llamas por las noticias.
—Si hija, ¿estás bien? Tu mamá y yo estamos viendo las noticias y queríamos saber si tú estás bien. Sabemos que no vives cerca de ahí, pero sabes que uno siempre se preocupa y tiene que preguntar.
—No papi, no vivo cerca. Y si estoy bien. No te preocupes—María José no quiso revelarle a su padre que precisamente ese día estaba en Nueva York, le parecía innecesario preocuparlos con esa información.
—Bueno mi amor, sabes que uno siempre tiene que preguntar. Dios te bendiga y hablamos luego princesa—se despidió su padre de ella.

Por otro lado, Daniela había contestado la llamada de sus padres en el mismo tono, explicando que estaba bien, que ese ataque había sido en Brooklyn, que no era cerca de su casa y que ella siempre era cuidadosa y más luego de lo que le había pasado. Que estuviesen tranquilos y que ella sabía que ellos pedían a Dios por ella y porque estuviera bien.

Tan fuerte como la piedra Donde viven las historias. Descúbrelo ahora