Probablemente, el sándwich en mis manos no tenía la culpa de mi frustración, pero no hay mejor cura para la ansiedad que la comida chatarra.
Le di un mordisco furioso a mi hamburguesa, mientras mis amigos me miraban perplejos.
—¡Digan algo! —exigí, con la comida a medio masticar.
—Tienes... —Logan se tocó la mejilla en lugar de hablar.
Tomé una servilleta y me la pasé por el rostro. Estaba frustrada, enojada y preocupada. Todo opacaba el mínimo momento de felicidad que había experimentado hace un rato.
—¿Y bien? —insistí—. Es injusto, ¿verdad?
—Déjame ver si entiendo —comenzó Maggie—. Tienes un viaje a Londres, todo pagado. El jefe máximo de la empresa te dio la confianza de representarlo en este importante evento y además, vas a ir con el delicioso, exquisito y encantador Cameron Ryder.
—No es para nada encantador —reclamé, tomando una papa y metiéndola con furia en mi boca—. Es un engreído y solo va a este viaje porque tiene tratos con el jefe.
—¿Tratos? —preguntó Logan.
—¡Claro! Todo el mundo sabe que ese idiota solo trabaja en la empresa porque conoce al Sr. Mackenzie.
—Pero, según lo que dices, ambos tienen las mismas posibilidades de obtener ese ascenso, ¿no?
—No seas ingenuo, Logan. ¿Por qué le darían un puesto así de importante a alguien como yo?
—Porque eres buena, inteligente, trabajadora y comprometida.
—Además de amable y solidaria —añadió Maggie—. Siempre ayudas a los demás cuando lo necesitan y conoces cómo funciona esta empresa mucho mejor que cualquiera de nosotros.
—Y no olvides que fuiste tú quien consiguió entrar a esa cosa... como se llame. Es lógico que estás destinada a ese cargo.
—Son mis amigos. Tienen que decir esas cosas de mí —reclamé—. Da igual que tan buena sea, es obvio que Ryder será quien se lleve ese puesto.
Mis amigos intercambiaron una mirada.
—¿Qué?
—¿Por qué no admites que lo que de verdad te molesta no es que alguien más vaya contigo, si no, que sea él? —apuntó Logan.
—No me importa —mentí, evadiendo su mirada—. Me sentiría igual de mal si fuera otro al que enviara el Sr. Mackenzie. Es obvio que lo hace porque no confía de verdad en mí.
—¿Qué esperas? ¿Que tire ese boleto a la basura? —insistió Maggie—. ¡El hombre no puede ir! ¡Tenía que reasignarlo a alguien!
Aparté la mirada, comiendo otro bocado de hamburguesa. Si mantenía la boca ocupada, no podría admitir que tenían razón, y que me sentiría mucho mejor si no fuera él quien va a este viaje.
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El más dulce de mis errores©
RomanceJade Bell es una joven cuyo único objetivo en la vida es lograr obtener la confianza de su jefe y representar a la empresa en un importante viaje de negocios en Londres. Sin embargo, las oportunidades no siempre llegan como se esperan, y para su des...