Capítulo 37

1.6K 170 23
                                    

°La balanza siempre se equilibra, cuando le quitas el peso°

Probablemente, Nate habia sido emboscado en esta reunión al igual que yo, porque se quedó clavado en la entrada al verme sentada en la mesa junto a los demás.

Yo abrí los ojos con sorpresa porque Nate aún tenía amoratado alrededor de la nariz producto del golpe que le habia dado el viernes pasado.

Agaché la cabeza y apreté mis manos en puños. Levanté un poco la mirada y me encontré con Cameron de manera breve. Este le dirigió una mirada a Nate quien se sentó a su lado y luego escondió una divertida sonrisa tras su dedo índice.

Esa maldita sonrisa que lo habia provocado todo.

—No sabía que esto sería una reunión a este nivel — murmuró intentando mantener la tranquilidad y la compostura.

Me dio una mirada de soslayo, seguramente estaba imaginando que estaba ahí para ser juzgado por que yo habia dicho algo, pero en realidad solo lo sabía Cameron. ¿Él habia ido con el Sr. Mackenzie y se lo habia contado?

No... por favor.

—Sr. Anderson, mucho gusto en conocerlo — saludó el Sr. Mackenzie — No tuvimos el placer de vernos en estos meses, pero agradezco que haya venido.

—No hay de que.

Luego de los saludos y las presentaciones formales, el Sr. Mackenzie comenzó a leer los resultados del proyecto en el informe que yo habia elaborado. Yo estaba en silencio, temía abrir la boca hasta para respirar.

La conversación era exclusivamente entre el Sr. Mackenzie, su padre y Nate. Ni yo, ni Cameron hicimos algun comentario al respecto.

Comencé a perderme en mis pensamientos y en los breves intentos en que las miradas de Cameron y la mía se conectaban. Habia vuelto a su seriedad habitual, pero habia algo más que oscurecía sus ojos castaños, algo... perverso.

—Definitivamente creo que el liderazgo del proyecto fue lo peor evaluado por nuestra empresa — me llegó la voz de Nate.

Alcé la mirada y vi que me estaba sonriendo. Pero detrás de esa sonrisa ligera que siempre portaba, ahora podía ver claramente la mirada maligna que escondía detrás.

Cohibida, no pude más que agachar la cabeza.

—La Srta. Bell es una de las mejores profesionales que hemos contratado, si pudiese explicarse un poco mejor Sr. Anderson, quizás podamos entender...

—Quizás no es tan buena profesional como aparenta y solo sabe con quién debe involucrarse para conseguir buenas recomendaciones — soltó Nate con malicia.

Mis ojos comenzaban a arder producto del llanto contenido. Apreté un poco más la falda de mi vestido bajo la mesa. Ethan se aclaró la garganta.

—Si está insinuando que tomo mal mis decisiones, creo, Sr. Anderson, que estamos yendo por mal camino — respondió el Sr. Mackenzie rotundo.

—La verdad, nuestra inversión terminó aquí y la empresa de mi padre no está interesada en financiar más proyectos en una empresa en la que los profesionales no son competentes.

—Se equivoca Sr. Anderson — dijo el Sr. Mackenzie con toda tranquilidad — es nuestra empresa la que no está interesada en involucrarse con inversionistas que denigran a sus trabajadores y arrastran demandas de todo tipo de acoso dentro de su empresa.

Alcé la mirada para ver el rostro de Nate palidecer mientras Cameron le daba una mirada de soslayo y los Mackenzie padre e hijo permanecían imperturbables.

El más dulce de mis errores©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora