Probablemente, estar divirtiéndome tanto con un desconocido al que había conocido hace solo un par de horas, decía mucho sobre mi escasa vida social. Pero en mi defensa, Nate resultó ser un tipo realmente agradable.
Después de conducir por las calles de Londres y hablar sobre los lugares que habíamos visitado, llegamos al estudio de Warner, donde me sentí otra vez como una fan quinceañera.
El entusiasmo de Nate era contagioso y no sabía decir si estaba más emocionada yo o él.
Nos tomamos fotografías, fuimos a almorzar, bebimos un té en un adorable lugar y recorrimos un centro comercial, hablando de nuestras vidas.
El día fue asombroso.
Al caer la noche, ya confiaba lo suficiente en él para decirle donde me alojaba, y aunque en mi propuesta había una doble intención, Nate se limitó a conducir hasta el hotel y dejarme en la puerta del Lobby.
La lluvia ya no estaba tan intensa como en la mañana, pero unas pequeñas gotas caían sobre nosotros mientras nos despedíamos fuera de las puertas del hotel.
—Fue un día maravilloso. Gracias, Jade.
—No, no. Gracias a ti. De no ser porque pasabas por ahí, hubiese terminado empapada y encerrada en mi habitación el resto de la tarde.
—Yo solo pasaba por ahí, fuiste tú quien decidió subirse al auto.
Tenía razón. Todo este gran día se debió a mi decisión.
—Oye... —Apartó la mirada, nervioso, antes de continuar—. Si encuentras algún momento libre en la semana. ¿Te gustaría volver a vernos?
Sonreí. Una semana era lo único que teníamos, y aunque era poco tiempo, podría disfrutar de la emoción de una conquista en menos de 5 días en lugar de hacer todo rápido y olvidarlo. Al menos, podría llevarme un bonito recuerdo.
—Me encantaría.
Rebusqué en mi bolso hasta dar con mi móvil para obtener su teléfono y algún correo electrónico, pero antes de dárselo, me percaté que el aparato que tenía en mi mano no era el mío.
¡Mierda! ¡El teléfono de Ryder!
Me quedé de piedra cuando la pantalla se iluminó en una llamada perdida, que se sumaban a las ocho anteriores sin responder.
—¿Jade? —Nate interrumpió mis pensamientos.
—Oh, lo siento. —rebusqué en mi bolso hasta dar con mi teléfono móvil, lo desbloqueé y se lo entregué para que anotara su contacto—. Te escribiré en cuanto pueda. Espero que nos volvamos a encontrar.
—Estaré esperando.
Se acercó con timidez y dejó un suave beso en mi mejilla. Las mariposas no tardaron en aparecer en mi estómago y me sentí como una adolescente otra vez.
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El más dulce de mis errores©
RomanceJade Bell es una joven cuyo único objetivo en la vida es lograr obtener la confianza de su jefe y representar a la empresa en un importante viaje de negocios en Londres. Sin embargo, las oportunidades no siempre llegan como se esperan, y para su des...