🍬 Capítulo 14

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Probablemente, una noche de sueño, una ducha y un enorme banquete de desayuno, podría levantar el ánimo de cualquier ser viviente de la tierra, excepto a mí

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Probablemente, una noche de sueño, una ducha y un enorme banquete de desayuno, podría levantar el ánimo de cualquier ser viviente de la tierra, excepto a mí.

A pesar de todo lo increíble que fue el día anterior, no lograba sonreír con sinceridad cuando Ryder me hablaba. Era como si hubiese perdido algo que nunca había tenido para empezar, y el vacío que se siente es mil veces peor.

A las ocho de la mañana, en punto, los buses que nos transportarían a una localidad cercana a Londres, donde se estaba construyendo una planta de energía fotovoltaica que abastecería de energía renovable a la ciudad, ya estaban fuera del hotel, esperando a los pasajeros.

Nos registramos y esperamos pacientemente que los demás asistentes ocuparan sus asientos.

—Te quitaste el anillo —comentó Ryder, mirando su teléfono.

—Ah, sí. No veía sentido llevarlo más tiempo.

De soslayo vi que él seguía llevando el suyo, pero si le molestó o se sintió traicionado no lo demostró. Quizás solo yo le daba una importancia exagerada a las cosas.

Después de terminar algunas cosas en su teléfono, lo guardó en el bolsillo interior de su chaqueta.

—No tienes que excusarte. Si te sentías incómoda llevándolo porque estabas con Nate, está bien. No tienes que mentirme.

—No fue por él —mentí.

Giré mi rostro hacia la ventana cuando el motor del vehículo se puso en marcha, y disfruté del recorrido mientras nos alejábamos del centro de Londres.

Ryder dormitaba a mi lado, despertando cada tanto para verificar si habíamos llegado y luego cerraba los ojos otra vez. Los pensamientos de anoche seguía revoloteando en mi cabeza y necesitaba ponerle fin a esto, antes que me volviera loca.

—Oye, Ryder.

—¿Mmm?

—¿Saldrías conmigo?

Con una lentitud exagerada, abrió los ojos y me observó.

—¿Dijiste algo?

—Sí, dije que... ¿Saldrías conmigo? Quiero decir... —Me mordí las uñas, nerviosa—. En Nueva York, cuando regresemos. ¿Saldrías conmigo a beber algo? Como amigos —aclaré.

Se cruzó de brazos, meditando su respuesta. El ceño fruncido y la mirada al vacío, me estaba poniendo de los nervios.

—Santo Dios, ¿tanto te cuesta responder?

—Estoy decidiendo.

—¿Qué cosa?

—Si quiero salir con la chica que conocí allá, o con la que tengo ahora a mi lado.

—¡Soy la misma persona! —chillé, dándole un golpe en el brazo.

—No, no lo eres, querida Belladona. Solo que no te has dado cuenta.

El más dulce de mis errores©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora