°Cerrar los ojos, respirar profundo y a seguir°
Probablemente, me iría al infierno.
Porque mientras todos disfrutaban el aire festivo de la navidad, recorriendo las calles comprando regalos, juntándose en familia a preparar la cena de noche buena y luego abrir los regalos de navidad, yo me habia ido a encerrar con el culpable de todos mis pecados capitales.
La envidia que tuve de Evangeline y Erin durante toda la fiesta, porque podían bailar libremente con él mientras yo lo miraba a la distancia.
El orgullo que sentía por dentro, al ver como varias mujeres se comían con los ojos a mi hombre, y saber que era la única que podía tenerlo entre mis piernas.
La avaricia de no querer esperar más y huir en medio de la fiesta a base de mentiras a nuestros amigos y conocidos, y encerrarnos en su departamento durante todo el fin de semana para tenerlo solo para mí.
La pereza de pasarnos acostados en la cama, desnudos y abrazados, hablando durante horas entre cada sesión de sexo ardiente.
La gula de toda la chatarra que comimos, mientras otros disfrutaban sendas cenas de navidad, preparadas con esmero, mientras nosotros nos atiborrábamos de pizzas y sushi vegetariano.
Y por supuesto la lujuria. Mientras otros abrían sus regalos de navidad, Cameron me regalaba múltiples orgasmos en el sofá, en la cama, en la ducha, en la encimera y donde se nos diera la gana. Y por supuesto, yo también le regalé una que otra sorpresa.
Por suerte, mi pecado andante evitó que cayera en el último. Esperaba que eso me salvara de vivir una eternidad en el infierno después de haber tenido una maratón de sexo en los días más religiosos del año.
Pero casi como si hubiese sido lógico, si habia cometido 6 pecados capitales, el destino pondría frente a mí el 7mo en el momento menos esperado.
La última semana del año había comenzado perfecta para mí. Había vuelto con Cameron, el presentaría su renuncia el mismo lunes y trabajaría esa semana para ceder el puesto a otro gerente y luego, buscaría otro empleo.
Pero esa felicidad me habia durado solo 2 días. El miércoles, ni siquiera había alcanzado a llegar a mi oficina cuando comencé a sentir nuevamente el chismorreo a mi alrededor y las miradas furtivas de algunas personas. Principalmente las que me encontré en el 1er piso y el ascensor.
Algo habia pasado y un presentimiento me dijo que Cameron estaba involucrado.
Resistí las ansias de pasar directamente al 6to piso para averiguar si había ocurrido algo. Por lo que simplemente me bajé en el 5to y fui a mi oficina como todos los días. Aun no había llegado nadie de mi equipo, pero antes de sentarme en el asiento y encender mi laptop, ya estaba recibiendo las noticias.
El teléfono sonó justo cuando dejé mi bolso encima del escritorio. Lo contesté de inmediato.
—Jade Bell, Buenos días — respondí.
—¡Jade! Cariño. ¿Cómo estás? — preguntó Evangeline con voz trémula.
—Emmm... muy bien Evie ¿y tú? — respondí algo insegura.
Evangeline se quedó en silencio unos momentos ignorando mi pregunta. Luego de un suspiro volvió a hablar.
—Supongo que ya te enteraste — dijo — Ryder renunció.
Solté el aire aliviada. Eso ya lo sabía.
—Oh, eso. Sí, ya estaba enterada — respondí con una sonrisita.
ESTÁS LEYENDO
El más dulce de mis errores©
RomanceJade Bell es una joven cuyo único objetivo en la vida es lograr obtener la confianza de su jefe y representar a la empresa en un importante viaje de negocios en Londres. Sin embargo, las oportunidades no siempre llegan como se esperan, y para su des...