Capítulo 35

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°Codo, pecho, nariz, rodilla°

Probablemente, ese shot de tequila que me acababa de beber, debía ir con limón y sal, pero no me habia detenido a esperar al barman y me lo habia tomado de un solo trago.

Era viernes y como lo habíamos planeado, nos fuimos al bar que habia elegido Nate para celebrar el fin del proyecto de Maggie que de ahora en adelante continuaría sin la supervisión de la empresa de Nate y pasaría a manos de Erin y su equipo.

Nate habia reservado un sector VIP para todo su equipo y habia incluido al nuestro también, incluso a Logan.

Pero yo, me pasé más tiempo en la barra del bar. Los habia dejado después de que todos estaban riendo mientras compartían alegremente algunas de las historias que ocurrieron en estos últimos 2 meses mientras trabajaban en el proyecto.

Me fui porque después de un par de horas ya no tenía ni fuerzas ni ganas para seguir fingiendo que estaba todo bien y reír con normalidad.

No cuando sabía que Cameron posiblemente estaba en un avión a kilómetros de distancia y ni siquiera recibí un mensaje o llamada de despedida.

Quizás debí hacerlo yo. Pero no era yo quien se iba del país, me recordé.

Me bebí el último trago de golpe y le pedí otro al barman que me miró dubitativo. En ese momento apareció Nate a mi lado, con su dulce y empalagosa sonrisa luminosa. Le hizo un gesto al barman para que se marchara.

—¡Me debes un trago! — le grité al pobre chico, arrastrando un poco las palabras.

Mmmm, sí. Debería haber sentido vergüenza en este momento. Pero en realidad tenía tanta pena que mi cuerpo parecía que solo estaba adaptado para alojar un solo sentimiento en ese momento, y ya que estaba desdichada por la partida de Cameron, la vergüenza quedaba en segundo plano.

—¿No crees que ya es suficiente? — preguntó Nate sonriendo ligeramente.

—Créeme, he estado peor — dije tomando el vaso y llevándomelo a los labios. Luego recordé que ya me lo habia bebido y lo dejé en la mesa intentando llamar al barman nuevamente.

—Me refiero a Ryder — dijo, ahora completamente serio — sé que se ha ido y estás así por él. No soy ciego, solo decido mirar hacia un lado cuando me conviene. Pero lo de ustedes no tenía ninguna futuro.

—¿Y contigo sí? — solté con ironía.

—Él ha decidido cruzar el océano para irse. Yo, lo crucé por ti.

Sus palabras me aturdieron.

No habia conocido prácticamente nada a Nate desde que nos vimos en Londres, pero era obvio que habia química.

Pero Cameron... él era como una explosión cuando mezclas muchos compuestos. Cameron era química, física, biología y todas las asignaturas que se me podían ocurrir en un estado como el de ahora.

Vi a Nate inclinarse hacia mí y yo desvié mi rostro en el momento en que sus labios chocaron con la parte trasera de mi mandíbula.

No fue suficiente.

Si bien, su objetivo eran mis labios, él no desaprovechó la oportunidad y besó mi cuello mientras murmuraba palabras a mi oído.

Palabras que se estaban volviendo incomprensibles debido al alcohol.

—Nate... yo. No me siento bien — dije intentando levantarme. Él se separó de mí y me miró con preocupación — creo que debo irme a casa.

—Está bien. Te acompaño.

El más dulce de mis errores©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora