EXTRA

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°No importa el tamaño, forma o ubicación de la piedra. Si quieres tropezar, encontrarás el camino hacia ella°

Cameron

Probablemente, Edward estaba siendo sensato, tomando decisiones competentes y razonables, pero en ese momento yo estaba tan enfadado que no veía nada de eso.

—Lo siento Ryder, no puedo darte el financiamiento para eso —dijo al otro lado de la línea.

—¿¡Por qué no!? Es un proyecto con un alto impacto social.

—Porque justo ahora no podemos financiarlo, sé que quieres ayudar a todo el mundo Ryder, pero lamento decirte que no siempre es posible. La fundación no puede apoyarte en este momento.

—Pfff, gracias por nada —resoplé. Me pasé una mano por el cabello antes de dirigirme al baño para comprobar que no había hecho mucho desastre. Estábamos a minutos de asistir a la fiesta de cierre del EBI y ya me había arreglado lo suficiente como para volver a empezar.

—¿Cómo va todo por allá? ¿Jade ha hecho un buen trabajo? —preguntó Edward. Era una pregunta retórica, por el tono de su voz, él estaba seguro de que sí lo había hecho.

—No la hubieses enviado, de lo contrario —respondí de forma distraída, aún molesto por el tema del financiamiento.

—Espero que te los estés pasando bien.

—Sí, de maravilla.

—No tienes que ser sarcástico conmigo. Sé que estás molesto por el tema del financiamiento, pero hay veces que tengo que decir que no Ryder, lo siento.

—Sí, bien... veré como lo hago. Nos vemos a la vuelta.

—Cuídate, hijo. Y cuida a Jade.

—Ella sabe cuidarse sola —murmuré.

Nos despedimos y colgué el teléfono aun con mi mente saturada de ideas, proyectos y búsqueda de soluciones.

Estaría en una fiesta llena de empresarios locales con grandes sumas de dinero dispuestos a invertir con tal de limpiar su imagen, era la oportunidad perfecta.

Faltaban 10 minutos para la fiesta y no tenía noticias de Jade. Me miré por última vez al espejo ordenando mi cabello y salí de la habitación en dirección a la suya.

Golpeé la puerta un par de veces. Su voz respondió desde adentro.

—¿Quién es?

—Soy yo —murmuré con la voz apagada—. Casi es la hora.

—Aún no estoy lista —chilló nerviosa desde el otro lado.

Qué frustrante podía ser a veces.

Mi cabello no resistiría hasta el final de la noche si no controlaba mi malhumor.

—Abre —demandé.

Tardó solo 5 segundos en hacerlo y no pude evitar mostrar mi molestia al ver que no estaba lista.

—Estamos retrasados, Jade —dije entrando y cerrando tras de mí. Ella corrió hasta su cama donde un montón de ropa de todos los colores, yacía dispersa en la superficie—. ¿Por qué aún no estás lista?

—No sé qué vestido ponerme —dijo. La angustia se reflejaba en sus facciones—. Es la última oportunidad que tengo para conseguir otro inversionista y no quiero repetir lo del Sr. Anderson, quiero que me vean como la profesional que soy y no por mi cuerpo.

—Jade...

Si ella supiera que los tipos como Anderson eran unos desgraciados, vistiera lo que vistiera, no se obsesionaría tanto por la ropa que lucía como si ella fuera la culpable de que hombres como él actuaran de esa forma.

El más dulce de mis errores©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora