Capítulo 34

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°Nada mejor para el desamor que un litro de helado°

Probablemente, cuando pasas mucho tiempo haciendo un recorrido a pie, tu cerebro automáticamente te guía por ese camino cuando estas en modo off, porque de otra manera no me explico cómo, aproximadamente una hora después, llegué a la oficina.

Antes de subir, pasé por el baño del primer piso y afortunadamente, el tiempo y el frío había ayudado a minimizar los efectos de mi llanto anterior, así que solo tuve que retocar brevemente mi labial y parecía como si nada hubiese pasado.

Ojalá por dentro las cosas fueran así de fáciles de fingir como por fuera.
Miré la hora, iba retrasada a la reunión con el equipo de Nate, pero aun así me fui directa a la sala y entré disculpándome.

—Siento llegar tarde, tuve un problema que resolver — dije, mientras entraba en la sala y me sentaba junto a Maggie.

Los presentes me observaron en silencio y después de un segundo de desconcierto, el jefe de proyecto de Nate retomó su presentación de diapositivas que estaba proyectando antes de mi interrupción.
Sentí la mirada de Maggie analizándome, pero luego se volvió y continuó mirando la presentación.

Frente a mi estaba Nate, que me sonreía con un brillo especial como siempre lo hacía.

Pero yo no podía reaccionar a nada. Ni a las miradas interrogativas de Maggie, ni a las sonrisas de Nate, ni a las preguntas del jefe de proyecto.

Tendría que agradecerle mucho a Maggie por su profesionalismo y su amistad. Rápidamente se dio cuenta que no estaba completamente enfocada y lideró por completo la reunión de cierre sacándonos a mí y al equipo adelante.

Al terminar todas las presentaciones, salí de mi ensoñación cuando todos los presentes comenzaron a aplaudir en celebración del término del proyecto de inversión y el apellido de Cameron salió en medio de la ajetreo.

Por su puesto, fue Nate quien tenía que nombrarlo.

—¿Y el gerente no nos acompañará esta vez? ¿Dónde esta Ryder? — preguntó Nate mirándonos alternativamente a mí y a Maggie.

Los recuerdos de esta mañana llegaron como varios flashbacks a mi mente. Nate me miró con curiosidad y mi bendita ángel guardián salió al rescate.

—No se encuentra disponible en este momento — respondió ella, muy diplomática.

Ni siquiera me había cuestionado quien estaría a cargo de la empresa desde el día de hoy. Y quien sería el gerente en el futuro. Simplemente hoy estaba físicamente presente en el lugar, pero nada de mi estaba funcionando.

Después de terminada oficialmente la reunión, algunas personas que estaban presenten compartieron un café en la sala de reuniones mientras conversaban con Maggie y los otros miembros del equipo.

Yo estaba planeando disculparme e irme a mi oficina, cuando Nate se acercó a mí con dos tazas de café en sus manos.

—Deberíamos celebrar con algo más entretenido que esto — dijo, extendiéndome la taza de café mientras sonreía con diversión. Se la recibí y me la lleve a los labios — algo así como... ¿una cena?

Levanté la mirada para toparme con sus ojos azul claro que me observaban con lujuria.

Nate tenía una determinación impresionante. A pesar de todas mis negativas, no había dejado de insistir durante todo este tiempo.

—Nate yo...

—O quizás prefieras algo más informal, una fiesta talvez. El viernes sería perfecto.

El más dulce de mis errores©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora