Probablemente, beber en exceso, dormir poco y además olvidar de poner la alarma considerando el nuevo huso horario, eran cosas que debí tener más en consideración antes de caer frita en la cama.
Pero la situación ya estaba descontrolada, cuando desperté de un salto con el sonido de intensos golpes en la puerta. Al abrir los ojos, la luz llenó por completo la habitación.
—¿¡Qué hora es!? —chillé, a nadie en particular. Me llevé una mano a la coronilla para reprimir los cuchillazos con los que me atacaba mi cerebro en venganza por lo de anoche.
—Las 7:45 —habló Ryder desde fuera.
—¿¡Qué!?
Me levanté y corrí hasta la puerta. Abrí de un tirón y encontré a Ryder, parado en el pasillo con una sonrisa de suficiencia.
—Buenos días, Belladona. ¿Te quedaste dormida?
Fui directo a la ducha sin prestarle atención. El agua tibia ayudó con la resaca y el jet lag que cargaba desde que despegamos. En menos de 5 minutos, ya estaba saliendo del baño con una toalla envuelta en el cuerpo. Corrí hasta mi maleta, revolviendo prendas para cambiarme y salir.
Grité del susto cuando Ryder se aclaró la garganta desde el sofá.
—¿¡Qué diablos haces aquí!?
—Dejaste la puerta abierta —murmuró, sin comprender.
—Vete. Tengo que cambiarme.
Puso los ojos en blanco y bufó, antes de levantarse y caminar hasta la puerta.
—Te espero abajo —dijo antes de cerrar. Una vez estuve sola, me arreglé a toda prisa.
Llegué a las 8:05 al Lobby, con la respiración agitada solo por correr por un par de pasillos. Por suerte, el bus que estaba a cargo de la organización seguía afuera, mientras algunas personas subían con tranquilidad.
Me congelé en mi sitio, al caer en cuenta de mi gran error.
—¿Qué ocurre? —Ryder se acercó, al ver que había dejado de avanzar.
—Todas... todas estas personas son empresarios que participan del EBI —murmuré, con terror.
—Claro. Muchos se hospedan aquí por cuenta de la organización. Como nosotros.
—Y... están aquí. Los vamos a conocer, hablar con ellos...
—Es a lo que vinimos.
—Debo volver. Debo cambiarme.
Antes de dar media vuelta, Ryder me tomó de un brazo y me retuvo.
—Estamos atrasados. Si subes, el bus se irá sin ti.
—No puedo ir así. ¡Mírame!
Hizo lo que le pedí, recorriéndome de pies a cabeza. Ladeó su rostro intentando entender que iba mal.
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El más dulce de mis errores©
RomanceJade Bell es una joven cuyo único objetivo en la vida es lograr obtener la confianza de su jefe y representar a la empresa en un importante viaje de negocios en Londres. Sin embargo, las oportunidades no siempre llegan como se esperan, y para su des...