Capítulo 20

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°No confíes en tu lengua después de una cerveza°

Probablemente, Maggie había estado aguantándose durante todo el resto de la conversación seguir insistiendo en el asunto de Cameron, y simplemente me siguió la corriente en otros temas que no fueran ni él, ni el viaje ni el trabajo, mientras nos terminábamos nuestras cervezas.

Pero en cuanto puse la llave en la puerta de mi casa, me arrastró hasta el sofá, cerrando con fuerza la puerta y caí sentada a la espera de su interrogatorio.

—Ya, ya, ya — dijo chasqueando los dedos casi frente a mi nariz — he tenido mucha paciencia así que no me presiones, amiga. ¡Suéltalo ya!

Suspiré y crucé las manos en mi regazo.

—Nos besamos — dije como si estuviera confesando el peor de mis pecados. 

Maggie me miró con la cara en una mueca descompuesta que me causo risa. Por un momento pensé que estaba al borde de un aneurisma.

—Estas bromeando, ¿verdad? — me acusó — no quiero saber eso. ¡Quiero detalles, DETALLES!

—Santo Dios, que intensa — exclamé.

—¿Dónde fue? ¿Paso algo más? ¿tuvieron sexo?

Vaya. Esto no terminaría nunca.

Lo mejor era soltarlo todo de una vez y así dejaría en silencio a Maggie al menos por un momento.

—¡Esta bien! ¡Sí! Nos besamos en una fiesta y terminamos en mi habitación de hotel.

Maggie, en un gesto dramático, se llevó las manos a la boca esperando más de sus jugosos detalles.

—Estábamos bailando y sin querer nos pusimos a coquetear entre nosotros. Al final terminamos besándonos y nos fuimos al hotel — relaté lo más rápido que podía para no pararme a pensar en los recuerdos que esa noche provocaba en mi cuerpo — seguimos besándonos, empezamos a quitarnos la ropa, terminamos besándonos en mi cama y luego...

—¿Luego...?

—No lo sé. No lo recuerdo — dije encogiéndome de hombros.

No vi venir el cojín que Maggie me lanzó a la cara con tanta fuerza que me hizo voltear la cara.

—¡MAGGIE! — le reproché.

—¿Cómo? ¿Cómo es posible que no lo recuerdes? ¿Estabas borracha?

—¡No! habíamos bebido, pero no tanto. Recuerdo todo lo demás perfectamente. Es como un black out.

—¡Jesús, Jade! Si no lo recuerdas entonces él... se aprovech...

—¡No! — la interrumpí alarmada — No, Maggie no pienses así de él. Él no lo sabe. No tiene idea que no lo recuerdo.

—¿No se lo dijiste? — preguntó en un chillido. Yo negué con la cabeza — ¿Por qué no?

—¡Porque me da vergüenza! — me levanté del sofá porque ya no podía quedarme quieta — nosotros... estuvimos hablando muchas cosas durante el viaje. No te mentí cuando dije que nos habíamos vuelto amigos, él me contó cosas y yo a él... recuerdo bien todo Maggie, fui yo quien lo convencí de ceder y que me besara. Me preguntó si quería hacerlo y yo le dije que sí. Imagínate como se sentiría si le digo que lo olvidé.

—Aunque dijeras que sí... no está bien. Él debió haberlo notado — murmuró — debió parar si vio que tú...

—Deja de pensar en eso Maggie. Yo sí quería hacerlo con él, lo deseaba desde hace varios días, y me odio a mí misma por haberlo olvidado, porque lo único que quiero hacer es recordarlo, recordar cada detalle de esa noche y repetirlo con él, una y otra vez. 

El más dulce de mis errores©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora