Probablemente, debí aprovechar mejor el tiempo para practicar mi presentación en lugar de estar recorriendo la ciudad con un completo desconocido. Así no tendría que estar sufriendo a las tres de la mañana repasando los detalles de mi exposición, que haría en unas horas frente a un montón de gente.
Necesitaba un poco de distracción para no entrar en pánico, así que llamé a Maggie para oírla soltar los chismes de siempre, mientras revisaba la presentación.
—Cariño, ¿no es de madrugada allá? —preguntó, al mirar la hora.
—No te preocupes, estoy con el horario cambiado aún —mentí, para no preocuparla—. Continúa, ¿qué decías sobre tus averiguaciones?
—¡Ah, claro! Según lo que estuve averiguando, parece que es cierto lo que te dijo Ryder. Son solo rumores.
—¿Cómo estás tan segura?
—Jay-Jay, si yo me tirara a un hombre como ese, lo estaría gritando a los cuatro vientos.
—Quizás solo no quieren decirlo y mantenerlo en secreto.
—Tal vez. Pero yo creo que nadie ha podido comerle la po...
—¡Entendido! —interrumpí su frase sin filtros—. Solo son rumores.
—¿Volviste a ver al australiano? —preguntó, interesada.
—No he tenido tiempo, fue un día bastante largo.
—¿Y con Ryder?
—¿Qué con él?
—Podría ser tu respaldo. No cuenta como un rollo de oficina si no están en la oficina. Ya me entiendes.
—Eso está totalmente fuera de posibilidad. Él dejó muy claro que no le gustan los rollos pasajeros en el trabajo.
—No dijiste que tú no. Además, fue muy claro. <<Rollos pasajeros>>
—¿Sabes? Tengo una presentación mañana, así que será mejor que duerma un poco.
—Sí, evítame. Pero te conozco amiga, no puedes ocultármelo.
—¡Buenas noches, Maggie! —me despedí, ignorando sus insistencias.
Me centré en mi presentación y ensayé un par de veces el relato. Los nervios me estaban empezando a afectar y cada tanto olvidaba lo que iba a decir. Solo sería una presentación de diez minutos, pero en momentos de estrés, podría sentirse demasiado tiempo.
Me levanté de la cama y empecé a caminar de un lado a otro, recitando las palabras que ya me sabía de memoria, pero se me trababa la lengua, me costaba pronunciar algunas frases y estaba empezando a confundir la continuidad de la presentación. Todo era palabras mezcladas, sin contexto.
Si así de horrible lo estaba haciendo sola en mi habitación, mañana sería mucho peor. Dejaría en vergüenza a la empresa, nunca más me darían una oportunidad como esta, nadie iba a querer trabajar conmigo y toda opción de un ascenso quedaría sepultada a 200 metros bajo tierra.
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El más dulce de mis errores©
RomanceJade Bell es una joven cuyo único objetivo en la vida es lograr obtener la confianza de su jefe y representar a la empresa en un importante viaje de negocios en Londres. Sin embargo, las oportunidades no siempre llegan como se esperan, y para su des...