°Siempre se puede estar más equivocado que antes°
Probablemente, me habia cuestionado más veces de las que estaba dispuesta a admitir, si realmente quería ir al departamento de Cameron.
Pero finalmente, ahí estaba, bajándome del taxi en la dirección que me había dejado en la notita. No me había dicho la hora, así que después de salir del trabajo darme una ducha y cuestionarme si estaba bien que llegara demasiado temprano, o demasiado tarde, decidí simplemente llamarlo y finalmente me dijo que como a las 8 estaría bien.
Así que aquí estaba, a las 8 en punto.
Su edificio era estilo antiguo igual que el mío, era más común ver ese tipo de edificios en esa parte de la ciudad, que edificios modernos de plantas altas. No tenía conserje así que simplemente entre y subí hasta el segundo piso donde estaba su departamento.
Me sorprendió ver que solo había 2 puertas sin numeración. Solo 2A o 2B. Los departamentos debían ser enormes por dentro.
Toqué el timbre del 2B donde vivía Cameron, a los pocos segundos me abrió la puerta con una enorme sonrisa y algo sonrojado.
—Justo a tiempo — dijo mientras me daba la bienvenida con un beso en mi mejilla y volvía a la cocina.
Ah. No estaba sonrojado por verme, estaba sonrojado por el calor de la cocina.
Llevaba un paño de cocina en el hombro y miraba su teléfono mientras revolvía una olla.
—No sabía que cocinaras — comenté acercándome al salón algo cohibida mientras miraba a mi alrededor.
—No se me da muy bien, en realidad — confesó de espaldas a mi — espero que las instrucciones de esta receta salgan bien. Ponte cómoda, estas en tu casa.
Me senté en un sofá de 3 cuerpos que tenía pegado a una de las paredes.
Miré a mi alrededor analizando el lugar, había acertado con lo grande que eran los departamentos por dentro, pero Cameron era más bien minimalista, por lo que le sobraba bastante espacio.
Tenía solo el sofá de 3 cuerpos, una televisión y una mesa de café. En el comedor tenía una mesa redonda de vidrio con 2 sillas y la cocina abierta al salón.
Ni una planta. Ni un cuadro. Ni una fotografía.
Nada que pudiera darle un toque especial a ese lugar tan impersonal.
No como mi departamento, que poco a poco había ido llenándolo de cosas y recuerdos que a veces hasta se veía sobrecargado.
—Supe que tuvieron una fiesta de bienvenida esta semana — comentó Cameron girándose y apoyando las manos en la encimera de la cocina que la separaba del salón.
—Oh. Si, Erin regresó el miércoles de su licencia por maternidad. Preparamos un desayuno como bienvenida.
—Apuesto a que tú lo organizaste — rio.
—No, para nada — dije levantándome y caminando hasta donde estaba él — yo solo tuve la idea.
Me apoyé en la encimera a su altura y nuestros ojos se encontraron.
Esos ojos castaños tan claros que me hacían remover el estómago cuando me miraban.
Se aclaró la garganta antes de erguirse.
—¿Me ayudas con los platos? — dijo con algo de nerviosismo. Sonreí al notar que no era la única a la que le pasaban cosas, pero, aun así, había un abismo que no estaba dispuesta a saltar.
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El más dulce de mis errores©
RomanceJade Bell es una joven cuyo único objetivo en la vida es lograr obtener la confianza de su jefe y representar a la empresa en un importante viaje de negocios en Londres. Sin embargo, las oportunidades no siempre llegan como se esperan, y para su des...