—He deseado esto desde que te vi en la boda de tu hermano en traje.—Sian abrió la piernas.—Quiero que me folles vestido. Metémela con él puesto.
Mateo sonrió y únicamente se abrió la bragueta mientras observaba con ansia el agujero de Sian expuesto por y para él. Sian, por otro lado, miró con hambre y deseo al miembro erguido y firme en la mano del moreno. Sobresalía de una manera tan deliciosa y apetecible de los pantalones oscuros e impecables del conjunto que provocaba cosas en el interior de Sian. Su agujero se apretó con anticipación, ansioso de ser llenado y estirado.
Mateo se inclinó para meterse entre las piernas de Sian y rozar su miembro con las mejillas desnudas de Sian.
Sian tembló impaciente y anheloso. Sus piernas se aferraron a Mateo y buscó el roce de su miembro con su sensible y codicioso agujero.
Realmente sí que se había vuelto adicto al miembro de Mateo. No le importaría vivir el resto de su vida con él dentro de sí.
—Oh, cariño, no hace falta ni que lo digas.—Mateo soltó.—Voy a usar todos tus agujeros tan bien esta noche que no vas a poder ni caminar ni hablar.—Mateo le agarró el rostro con fuerza y se acercó a él.—Voy a joderte tan bien y tan duro por la boca y por el culo que los del hotel van a llamar a la puerta pidiendo silencio, mientras que los de la habitación contigua van a excitarse con tus gemidos y lamentos y desearán ser tú.
Sian sonrió posesivo y emocionado.
Posiblemente eran las copas de más que llevaba.
Bueno, ¿a quién quería engañar? No era un secreto que le excitaba las palabras sucias de Mateo.
Y era curioso y gracioso, hasta hace unas horas Mateo había dicho oraciones románticas y cursis mirándole de una manera tierna y hermosa con actos gentiles antes de decirle el "sí quiero", nada comparado con todo ese discurso que decía siempre en la cama con una mirada dura, excitada y con acciones primitivas y salvajes.
—Pero no podrán serlo. Morirán de envidia.—Dijo el pelinegro con ambición.
Mateo sonrió por el descaro de su esposo.
—Exactamente.—Mateo mordió el cuello de Sian, este jadeó en respuesta.—Vas a ser mío. Eres mío. Este cuerpo es mío.—Acarició su pecho e hizo lo mismo en el resto del cuerpo.—Este Culo es mío, este agujero es mío, esta boca es mía.
Sian jadeó.
—Soy tuyo. Puedes hacer lo que desees conmigo hoy.—Sian se mordió el labio.—Átame. Ábreme. Pégame. Úsame. Quiero satisfacer a mi recién marido.
Mateo gimió.
-¿Podemos casarnos todos los días? Quiero este tipo de trato siempre.
Sian sonrió.
—Tendrás un tipo de trato distinto cada día, Matty.—Sian le agarró el rostro para mirarlo fijamente.
No podía creer que el hombre que estaba mirándole con tanta ternura, a la vez lo mirase de una manera tan intensa y caliente.
Sian quería que este hombre lo devorase, que lo consumiese. Él quería que Mateo hiciera de él un jodido desastre. Un lío pegajoso de sudor, lágrimas y semen. Quería estar tan lleno de él que...
Joder.
—¿Te acuerdas de la vez que me pusiste esposas?
Sian asintió divertido.
—No tengo ahora mismo pero vamos a usar esto.—Mateo se incorporó y procedió a quitarse el cinturón.
Sian lo miró desde abajo, entre sus piernas, y su agujero se apretó nuevamente en la nada, vacío, con ganas de ser estirado hasta el límite y golpeado una y otra vez en ese punto que lo volvía malditamente loco hasta el punto de gritar como si fuera una estrella porno.
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Dejemos de fingir (3)
Teen FictionMateo es listo, guapo, coqueto y con un sentido del humor fascinante. Y por si fuera poco, popular. ¿Que si tenía dinero? Dinero no le faltaba. Definitivamente lo tenía todo. Era perfecto. Solo que tanta perfección era un poco abrumadora para los d...