—Desayuna que se nos hace tarde.
Sian salió de su habitación cogiendo la mochila y abrochándose el cinturón.
—Ya casi acabo.
Sian fue al baño y de pasada miró de reojo a Cole jugar con los cereales. Se detuvo de inmediato.
—¡Cole! ¡Te he dicho mil veces que no juegues con la comida!—Lo reprendió mientras caminaba a paso rápido hacia a él.—No estamos como para que manosees los alimentos y tener que tirarlos.—Murmuró.
Cole hizo un puchero y dio un pequeño golpe, con su puño cerrado, en la mesa.
Sian lo observó.
—¿Te enfadas tú? Deja de ser infantil y ve a lavarte los dientes.—Dijo y fue a lavar los platos.—Voy tarde y tú también.
—¡Si consiguieras un coche iríamos más rápido!—Cole cerró la puerta del baño.
—Si cinsiguieras in cichi iríamis mis ripidi.—Repitió para sí mismo.—¡Dame tú el dinero para uno!
Resopló mientras secaba el plato para guardarlo.
¿Un coche? Claro que sabía que tener uno facilitaría bastante las cosas, pero no podían permitírselo. No aún. Sian no había tenido tiempo para ir al Local o algún bar en los últimos días, únicamente por querer cumplir su palabra de convivir más con su pequeño hermano.
Cole parecía más alegre y eso a Sian lo relajaba.
Algo era algo.
No siempre el dinero tendría de buen humor a Cole, al parecer con un poco de cariño y atención, el niño era feliz.
Sí, era feliz pero la felicidad no daba de comer ni para pagar el alquiler.
—¡Cole, sal ya!
El niño salió y cogió su mochila.
—Estoy listo.
Sian asintió, le sujetó su pequeña mano y salieron del departamento, si es que se le podía decir así.
—Hoy hace frío.—Cole apretó el agarre de sus manos.
Sian lo miró; debería comprarle otra chaqueta que abrigase más.
—Sí...Ahora que caminemos entrarás en calor.—Le sonrió, su dedo pulgar acariciando el dorso de la mano del niño.
Cole asintió, devolviéndole la sonrisa.
Bajaron las escaleras rápidamente aunque con precaución por si Cole se caía.
—Un Segundo, voy a ver el correo.—Le revolvió el pelo y se dirigió a los buzones.
Abrió el suyo.
Sus ojos de abrieron más al ver las facturas del agua, el gas y la luz.
Los comienzos de mes era la segunda cosa que Sian más odiaba en la vida. Eran el recordatorio de que debía conseguir dinero y que no podía relajarse ni tener un momento familiar para estar con su hermano ni estudiar tranquilamente -dentro de lo que universitario podría-.
Él debía volver a trabajar.
Debía conseguir dinero también para la cuidadora de Cole cuando él no pudiera estar.
Sus manos temblaron y la desesperación arañó su garganta al ver el pago que se debía por el gas.
Su departamento era una completa mierda: Viejo, frío y pequeño. La calefacción era algo imprescindible en los meses frígidos...Y usarla, parecía ser un gasto bastante alto.
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Dejemos de fingir (3)
Teen FictionMateo es listo, guapo, coqueto y con un sentido del humor fascinante. Y por si fuera poco, popular. ¿Que si tenía dinero? Dinero no le faltaba. Definitivamente lo tenía todo. Era perfecto. Solo que tanta perfección era un poco abrumadora para los d...