Mateo dirigió a las hermanas de Sian a su sitio correspondiente, para que al ser llamadas estuvieran cerca, después de todo eran las testigos.
El juzgado era pequeño y colorido, la parte denunciante se encontraba enfrente, a pocos metros de la parte denunciada. Sería incómodo, Mateo estaba seguro.
—Todo saldrá bien, lindo.—Mateo le apretó delicadamente la mano a Sian. El pelinegro asintió.—Ya te dije que me encargaré de todo.
Sian lo miró y sacudió la cabeza lentamente.
—Lo siento.—Susurró.—He esperado tanto tiempo poder hacer justicia contra ese hombre...He deseado muchísimas veces verlo pagar por todo...—Sian se quedó un momento en silencio.—Pero ahora, que tengo la oportunidad de hundirlo, siento que es demasiado bueno para ser cierto. Tal vez no ganemos...Tengo un mal presentimiento.
Mateo le sujetó el rostro con las dos manos, obligándolo mirar a sus ojos. El pecoso le sonrió y ladeó la cabeza.
—No seas tonto.—Mateo le acarició las mejillas.—No vamos a perder, te lo aseguro. Tienes todas las de ganar: Tienes tu testimonio, están tus hermanas, incluso Cole, tienes vídeos, hay un informe psicológico en el que prueba que tienes pesadillas debido al maltrato que viviste más joven. Es suficiente para ganar.
Sian frunció sus labios, sujetó las muñecas de Mateo.
—Pero...¿Y la razón por la cual tuve que irme de Inglaterra? Tal vez eso-
Mateo negó y lo interrumpió.
—Fue en defensa propia, Sian. Nadie te va a culpar por ello.
Sian asintió.
—Confío en ti. No quiero que te pase nada.—Sian confesó.—Si acabas en la cárcel...Yo...
Mateo presionó sus labios juntos, luego subió y le dio un tierno beso en la nariz, más tarde en la frente; llenándole el rostro de dulces besos.
—¿Qué dices?—Bromeó.—Imposible que yo acabe ahí. Eso no ocurrirá. Relájate.
Sian suspiró. Mateo envolvió sus brazos a su alrededor y lo abrazó fuertemente.
Cerró un momento los ojos para convencerse de que no era un sueño. Él estaba de vuelta y tenía a Sian nuevamente con él.
Aún no habían establecido lo que realmente eran. Mateo tampoco tenía prisa ahora mismo. Era más que obvio que ambos sentían lo mismo; sin añadir que no era precisamente el momento indicado para ponerse a hablar sobre su relación.
Lo primero era encargarse del hombre que tenía toda la jodida culpa.
La puerta del juzgado nuevamente se abrió y entró el rey de roma. Will entró con un traje gris, haciéndolo lucir más viejo y amargado de lo que ya parecía. Al lado suyo, Claude, iba con la mirada gacha caminando al lado de su marido.
Mateo chasqueó la lengua. Esa mujer podía haber servido bastante como testigo. Era una lástima que decidió quedarse al lado de aquel hombre opresor.
Nah, realmente no era una lástima aquello. Lo que era una verdadera pena era también tener que hundir aquella mujer que únicamente era presa del miedo, acostumbrada a vivir junto aquel vil hombre durante años.
Mateo apretó los dientes molesto. Su lado rencoroso, también había querido que Claude hubiera escogido su lado, únicamente para que Will viera que se había quedado solo. Porque sí, Mateo deseaba ver devastado a aquel cobarde.
Mateo atrajo más cerca a Sian mientras Will se iba acercando cada vez más.
El hombre los miró de reojo y les sonrió.
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Dejemos de fingir (3)
Teen FictionMateo es listo, guapo, coqueto y con un sentido del humor fascinante. Y por si fuera poco, popular. ¿Que si tenía dinero? Dinero no le faltaba. Definitivamente lo tenía todo. Era perfecto. Solo que tanta perfección era un poco abrumadora para los d...