{ 13.- Despertar }

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Sian sintió un peso sobre su rostro.

Parpadeó un par de veces para enfocar bien y confirmó que, definitivamente, había algo sobre su mejilla izquierda, pues él tenía la cabeza mirando hacia la pared opuesta.

Miró de reojo y se percató de unos dedos largos con anillos posados en él.

Levantó su mano para apartar la de Mateo.

Se incorporó bostezando y miró al cuerpo dormido a su lado.

Y al niño encima de este.

Sian sonrió tiernamente al verlos.

Cole estaba encima del pecho de Mateo, este con su brazo estirado hacia Sian y su rostro hacia el otro lado. Ambos dormían pacíficamente.

Mierda.

Eran tan adorables.

Sian buscó su teléfono y abrió la cámara.

Foto. Foto. Foto. Un ángulo, de otro.

Sian casi convulsiona al verlas.

¡Era una escena tan Bella!

Hizo zoom al rostro dormido de Mateo en la foto. Sus pecas eran tan lindas y tiernas. Su pelo desparramado por la almohada, escapándose de la coleta que lo atrapaban.

Sian quiso...

Sus ojos picaron y dolieron un poco.

Cayó en cuenta.

No se había quitado las lentillas en todo el día de ayer ni por la noche.

Salió de la cama y corrió hacia el baño. Aún había cristales del espejo por el suelo, trató de no pisarlos.

Sus ojos estaban un poco rojos. Trató de mover la lentilla para sacarla y descansar los ojos...Pero no se movió.

Sintió pánico.

Oh...Tranquilidad...

Fue a buscar su bolsa y sacó el estuche de lentillas. Siempre las llevaba consigo.

Mojó su dedo con agua y volvió a intentarlo.

¡Nada!

Vale, vale...Cálmate...

Suspiró y trató de relajarse.

(...)

Mateo sintió frío y poco aire para respirar.

Abrió los ojos con pereza. Extrañamente quería seguir durmiendo.

Se frotó los ojos mientras veía al niño que estaba encima de él chupándose el puño.

Mateo sonrió y cerró los ojos unos segundos más.

Frunció el ceño al recordar.

Niño. Hermano de Dylan. ¿Dylan?

Abrió los ojos para mirar al sitio vacío a su lado.

¿Dónde...?

De alguna forma, se sintió angustiado.

Esto era bastante conocido.

Levantó al pequeño mocoso encima de él y lo tumbó en el cama, lo tapó con las sábanas y salió de la habitación.

Se peinó el cabello con las manos y caminó por el departamento.

No estaba ni en el salón ni en la cocina.

Baño.

Dio unos golpes.

—¿Dylan?

La respuesta tardó en llegar.

Dejemos de fingir (3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora