Aquella tarde fría habían decidido llevar a las gatas a que les vacunaran, ya les tocaba y querían hacerlo antes de la fiestas.
También habían estado preocupados porque Zyon parecía estar muy desanimada, normalmente jugueteaba o saltaba por todo el departamento, mas en lo últimos no hizo nada de eso.
—Están muy saludables ambas, no se preocupen.
La veterinaria les sonrió.
Mateo y Sian cogieron a las dos gatas y las metieron en sus cajitas correspondientes.
—Será que mucho frío le pone de malhumor. Les recomiendo que compren alguna ropa para que pase calorcito. No está nada mal en ella, así que será algo personal.
—Gracias por todo.—Dijo Mateo.
La señora hizo un ademán con la mano, restándole importancia.
—Vuelvan después de las fiestas para la próxima vacuna que les toca a cada una.
Sian y Mateo asintieron y agradecieron nuevamente.
—¡Feliz navidad y año nuevo! Ya nos veremos en el año que viene.—Dijo ella sentándose delante de su ordenador.
—Igualmente.—Dijo Mateo, una mano sobre la espalda baja de Sian, dirigiéndolo hacia fuera.
Mateo escuchó el agradecimiento leve de Sian y se extrañó.
—¿Estás bien?
Sian lo miró decaído.—Sí...
Mateo rodeó sus hombros y lo atrajo hacia él.
—¿Qué vamos a hacer en Navidad? Tenía pensado una cena entre los cinco, las gatas también deben comer algo digno de la fecha.
Sian se cruzó de brazos y desvió la mirada quedándose en silencio.
—¿No te parece bien?—Mateo preguntó.
—Yo es que no creo en la Navidad, lo veo una tontería.
—¿Tontería?—Repitió.
—Me parece una fecha bastante hipócrita donde supuestamente se deben olvidar las mierdas de vida de una persona y reunirse a dar amor y felicidad. Pasa diciembre y no se vuelven a ver hasta el mismo mes del año siguiente.
Mateo abrió y la boca sin saber que decir.
Opinaba lo mismo en cierto punto.
—Pero...Hay que tener en cuenta que...Es un mes precisamente para eso...—Dudó. No sabía qué argumentar contra el pensamiento -coherente- de Sian.
—No, gracias. De todos modos tengo que trabajar.—Sian siguió caminando, Mateo se quedó quieto.
¿Trabajar?
—¿Vas a trabajar en vez de quedarte con Cole y conmigo en casa para pasar una bonita navidad?—Sian se detuvo y se dio la vuelta.
Sian lo miró aburrido y rodó los ojos.
—Lo llevo haciendo todos los años, créeme que Cole opinará lo mismo. Él tampoco disfruta de estas fechas.
Mateo hizo una mueca. Empezando a sentirse molesto. Siguió caminando hacia donde estaba aparcado el vehículo.
—¿Cole? ¿Cómo puede un niño de cinco años no disfrutar de la Navidad?
Sian se encogió de hombros mientras ponía a las gatas en el coche.
—Le he dejado siempre claro que no debe tener falsas ilusiones. No podía permitir que él esperara cada 24 de diciembre regalos debajo de un árbol, el cual tampoco tendríamos. Le ahorré sufrimiento. Y por ello, ahora tiene más madurez, dentro de lo que cabe.
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Dejemos de fingir (3)
Teen FictionMateo es listo, guapo, coqueto y con un sentido del humor fascinante. Y por si fuera poco, popular. ¿Que si tenía dinero? Dinero no le faltaba. Definitivamente lo tenía todo. Era perfecto. Solo que tanta perfección era un poco abrumadora para los d...