{ 15.- Rumores }

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Mateo se despidió de Dylan y se dirigió a su clase correspondiente. Era un viernes por la noche y estaba emocionado porque Dylan y Cole se quedarían esta noche en su casa.

La razón era la anteriormente mencionada: al tener dos habitaciones, Cole se quedaría en una y Dylan y él en la suya.

Dormirían juntos...Y con suerte, abrazados.

Mateo rio nerviosamente ante la imagen mental, dando un mini salto y algunos estudiantes a su alrededor lo miraron extrañados. Mateo carraspeó volviendo a su compostura.

No es que deseara abrazarle...Pero de alguna forma se sentía más a gusto haciéndolo.

Ah...Mateo ni siquiera sabía que era un oso abrazador hasta que profundizó su amistad con Dylan.

¡Él ni siquiera era muy cariñoso con sus amigos! Era amable y un amor pero no les iba dando mimos por las esquinas, a cada momento que podía.

Con Dylan era todo lo contrario.

Hasta con Cole también.

Y él no era precisamente un amante de los niños.

Ni de los animales, pero ahí estaba, con dos lindas gatitas que amaba cada día más.

Su vida había cambiado bastante en el último mes de forma personal.

¡Y le encantaba!

Por una vez había encontrado algún sentido. Se iba a dormir -porque ahora podía hacerlo- con gusto y se despertaba con una sonrisa.

Porque estaban Dylan y Cole.

Sus tardes eran, la mayoría de las veces, también con los hermanos. Todo el día tenía algo que hacer y que realmente quería hacerlo.

No por las apariencias ni por quedar bien. Él lo disfrutaba. Y no cambiaría nada.

Bendito sea el día que decidió ir de valiente e intentar salvar al chico en aquel puente.

Eso los llevaba hasta este punto.

Por ejemplo, esta tarde se suponía que irían al cine con Cole. Siempre había algún plan. Y sino, se quedaban en casa y hablaban, reían y jugaban.

Tener un niño y mascotas traía bastante alegría.

Aunque claro, no todo era felicidad. A veces Dylan y él discutían por diferencias, o Mateo tenía un episodio -cosa que habían ido disminuyendo considerablemente.

Pero podrían superarlos.

Porque eran grandes amigos.

Mateo amaba tener un amigo tan real.

Ni siquiera echaba de menos a sus "amigos", ni un ápice.

Tampoco tenía la necesidad de querer caerle bien a todo el mundo, ahora tenía a Dylan, que lo aceptaba tal y como era, con sus defectos y virtudes. Y eso, parecía ser suficiente para él.

—Matty.

Mateo no se dio cuenta de cuando la chica morena se había sentado a su lado.

Dejemos de fingir (3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora