La pelinegra se había quedado observando al suelo, aún al lado de su amiga, sonriendo mientras levantaba su rostro y empezaba a dar saltitos.
—¡Sí, sí! Ah, ya quiero intentarlo, Dani.
—y yo te quiero ver intentarlo...—susurró muy bajito en respuesta, casi solo para ella misma, con una pequeña sonrisa en si rostro.
—¿Eh?
—Nada.—Dani rió divertida por la reciente actitud de su amiga y tomó su mano.—¿vamos?
—Hoy no puedo, Dani.— Ana hizo un pequeño puchero y soltó la mano de su amiga. Refiriéndose a que no podria ir a su casa hoy.—Debo estudiar para mañana. Y...espera‐
La pelinegra se arodillo en el suelo, abrió su mochila y empezó a buscar sus libros de la última clase. No recordaba haberlos guardado.
—¿A ti te di mis libros antes de que empezará el examen? Acabo de recordar que tal vez no los guardé.—hablo Ana desde abajo.
Dani puso una expresión pensativa y reviso también su mochila, pero tampoco estaban ahí..
—Hmm, no.—su celular empezó a vibrar, tomándolo inmediatamente para atender la llamada entrante .
Se alejo un poco de Ana, quien cerró su mochila y se levantó, limpiando sus rodillas.
Espero a que su amiga terminara la llamada para despedirse de ella, notándola un poco sonrojada y tímida mientras hablaba con quien sabe quien.
—Creo que iré a buscarlos al salón, deben estar ahí. Tienen que estarlo, son los que necesito para estudiar.—informó la chica, con una mueca formándose en su rostro al pensar en que pasaría si no los encontraba .
—Está bien, yo...debo irme. Ten mucho cuidado por favor.— Ana se acercó a dar un cálido abrazo a su amiga, para luego sonreírle.—Te escribiré por la noche, no te quedes hasta muy tarde estudiando, no es bueno.
Dani, por su parte, no tenía que presentar ningún examen al día siguiente. De echo, la única clase que compartían era la de la Miss Verónica.
Se despidieron una vez más y Ana corrió hacia su casillero, asegurándose si de casualidad no los había puesto ahí por accidente. Pero no, tampoco.
Decidió entonces subir hasta el salón donde posiblemente los había olvidado, escuchando unos cuantos susurros al pasar cerca de la biblioteca.
Los ignoró totalmente y entró al salón de al lado, prendió la luz del lugar y sus ojos se iluminaron al notar los libros reposando sobre la mesa donde se sentaba .
Los tomó, los guardó en su mochila y salió de ahí, no sin antes apagar la luz de nuevo. Volviendo a pasar por la biblioteca, pensó que sería bueno tomar unos cuantos libros que tal vez le servirían para su examen.
Cuando entró, no pensó encontrarse con ¿la profesora Verónica?
¿Si era ella?
Dios, estaba vestida totalmente direferente. Llevaba un vestido color vino, unos tacones muy altos negros, sus labios estaban pintados con brillo labial rojizo, haciéndolos ver realmente más atractivos. Ni hablar de su cabello, ese que siempre estaba suelto y que caía en ondas por sus hombros, ahora estaba recogido en una coleta baja, siendo adornado por una discreta diadema negra con perlas muy pequeñas.
Estaba demasiada hermosa. Si ya de por sí, Ana la consideraba una Diosa en cuanto a su belleza, ahorita mismo la pobre chica estaba que babeaba por esa mujer.
Aquí la real pregunta era ¿que hacia su Maestra vestida de esa manera? Y...en el instituto.
—M- miss vero.