Su cuerpo empujó lentamente el de Ana, poco a poco dirigiéndola hacia su propia cama, sin cortar en ningún momento el hilo del beso, hasta que sus pantorrillas chocaron contra el borde de esta e hicieron que la menor se detuviera, y por inercia, se separa de su maestra. Se sentó sobre la cama y observo a Vero desde arriba, tragando fuertemente cuando está empezó a empujar su hombro y fue recostandola sobre la superficie acolchada.
Sus ojos brillaban en anticipación, sus temblorosas extremidades delataban los nerviosa que estaba y su media sonrisa trataba vanamente de disimularlo.
Por más que intentaba, no podía tomar control de la situación. No podía moverse mucho siquiera debido al gran nerviosismo que le invadía. Aunque, de todas maneras, ni siquiera tenía idea de qué se suponía que debía hacer, así que simplemente esperaría a que algo sucediera.
Coloco sus temblorosas manos a cada costado de su cuerpo y su cabeza tocó la superficie de la cama, quedando completamente acostada bajo la intensa mirada de la Miss Castro.
Su corazón se aceleraba más con cada minuto que pasaba; tanto que temió sufrir de un ataque de taquicardia en esos momentos.
Sus piernas desnudas, junto con sus pies descalzos fueron alzados por las manos de la mayor, quien los había tomado para colocarlos sobre su cintura.
Ana enredó dichas extremidades inferiores alrededor de la Miss Vero, la cual se inclino sobre su cuerpo mientras colocaba sus brazos a cada lado de la cabeza de la menor, su rostro enfrentando al contrario y depositando un corto beso sobre sus labios luego.
Vero se vio con la intención de decir algo en ese momento, pero fue interrumpida por las manos de Ana juntándose alrededor de su nuca y tirando levemente de ella para obtener más cercanía entre sus cuerpos. Sus labios volvieron a encontrarse, pero esta vez, al caer sobre el cuerpo de la pelinegra, sus brazos se sostuvieron con más fuerza para no lastimarla, mientras que su pelvis se presiono contra el vientre de Ana, quien decidió bajar sus piernas a cada lado para dar espacio a su Maestra entre ellas.
Todo estaba sucediendo demasiado rápido y eso no le agradaba mucho a la mayor.
Ana levantó sus caderas y se presiono aún más contra Vero, provocando que esta se apartase del beso y soltar un entrecortado suspiro contra sus labios. La menor cuestionó con la mirada a sí maestra y se sintió avergonzada por unos largos segundos en los cuales la Miss Castro se dedico a observarla sin decir nada, solamente con sus labios rozando delicadamente y sus aceleradas respiraciones chocaban entre sí.
—Ana...
La mencionada solo respondió con un sonido de su garganta. Realmente no podía hablar sin sentir que su tartamudeo la traicionaria.
—¿Estas segura de querer continuar?—procedió a preguntar vero.
—Mmm, y-yo...—Tomo una honda respiración mientras apretaba sus labios.—no lo sé.
La Miss Castro inmediatamente separó su cuerpo del de la menor y salió de entre sus piernas, sentándose a un lado de ella en la cama.
Ana se levantó también y se sentó rápidamente—¡N-no!, yo podría intentarlo...aunque realmente no sepa que debo hacer o...no lo se, solo no quiero que usted se sienta mal por mi culpa.
Vero rio suavemente y se acercó a Ana, acariciando su rostro y observando su expresión preocupada.
—Tranquilízate, estoy bien.—su voz trataba de sonar lo más tranquila posible para no preocuparla más por algo que ko tenía tanta importancia realmente.—Ana, no pienso continuar con algo de lo que tu no estás completamente segura, y mucho menos sabiendo que lo harás por mi.
—pero...
—No, escúchame. Yo puedo esperar. Tu debes estar segura de si lo quieres realmente, no pienso tocarte de otra manera hasta que lo decidas. Nunca haría algo que no quieres, ¿entiendes?
—Pero, si quiero...—susurró por lo bajo, a la vez que hacia un pequeño puchero con sus labios.
—¿Que es lo que quieres?—pregunto con una media sonrisa, bromeando con los nervios de la menor.
—No se que es lo que quiero, pero...lo quiero.
Vero no pudo evitar reír ante las palabras de la pelinegra. Consideraba realmente linda la manera en que no sabía muchas cosas, pero que estaba convencida de que iba a por algo.
—Pero si tu no lo sabes, entonces ¿como se supone que yo si sabré lo que quieres?—la mayor sabía exactamente a que se refería la chica, pero le gustaba mucho jugar con ella y ponerla nerviosa.
Ana hizo un sonido de frustración y, en segundos se encontraba sobre el regazo de su maestra. Tomó su rostro y lo guió hacia el suyo, tomando posesión de sus labios en el momento en que estos se encontraron. Debido ala posición, Ana agarro fácilmente las manos de su maestra y las coloco sobre su trasero, deseando por que no las quitara de ahí en cuanto la soltara.
—Usted puede enseñarme, ¿no? Es mi maestra.—murmullo la menor contra sus labios.
Vero rio y apretó sus manos sobre el lugar en que le habían sido colocadas, provocando que la chica sobre su regazo diera un pequeño saltito.
—Yo enseño lengua y literatura, cariño. Pero si es lo que quieres...—susurró divertida.
—La única lengua que me interesa conocer es la suya en mi boca.
La mayor ni siquiera pudo reír ante tal comentario debido a lo mucho que eso la había provocado. Pero realmente, en cualquier otro momento, estuviese muriendo de risa por ello.
—Mmm, ¿y estas segura que solo es ahí donde quieres conocerla?—pregunto, llevando sus labios hasta el cuello de Ana.
La pelinegra no pudo hacer más que jadear cuando sintió los cálidos labios de la mayor sobre su sensible piel, basando y bajando con paciencia sobre toda la extensión. Su cuerpo se lleno de una sensación extraña que sólo pudo definir como eléctrica en ese momento.
Sus extremidades seguían ligeramente temblorosas y sus movimientos torpes, pero algo de lo que realmente era consciente era de la inquietud que la invadía en esos momentos. Inquietud por tocar y ser tocada en lugares que nunca antes había imaginado con una mujer por primera vez .
Sus caderas empezaron a menearse, intentando que su parte intima rozara suavemente contra los muslos de la mayor. Vero tomó su cintura y controlo sus movimientos, presionandola más contra sus muslos y haciéndose soltar a sí misma pequeños jadeos.
Ana, con el nerviosismo aun latente en sus manos, empujó cuidadosamente a su Maestra hasta hacerla quedar con su espalda contra el respaldo de la cama y se acomodó sobre ella. Vero levantó su rostro para observar ala menor, quien aprovecho esto para bajar sus labios hasta su cuello, empezando a besar despacio, justamente como ella se lo había hecho minutos atrás.
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Holaaa, mañana les actualizo, ya se lo que están esperando💋😫