Antes de salir del salón, ambas tuvieron que idesrse un plan para que nadie viera a Ana subirse al auto de la Mestra Vero justo frente a la escuela. Por lo que tomaron la decisión de que Ana caminara al menos una cuadra lejos del instituto, y Vero la recogería en su auto pocos minutos después.
El plan pareció arruinarse cuando, al llegar al punto que habían acordado, se encontrara Tatiana, hablando por teléfono con alguien. La chica mayor volteó, con el ceño fruncido por la molestia que hacía en sus ojos el sol de la tarde, y pudo divisar a Ana acercarse.
Ana supo que no tenía escapatoria de esa. No podía hacer como si Tatiana no la hubiese visto y simplemente darse la vuelta e ir por el lado contrario.
-...si, solo debes cruzar a la derecha y estoy solo a unos aguantas metros...bien, adiós.-la pelinegra terminó la llamada y espero con una sonrisa a que Ana terminara de acercarse hasta donde estaba ella.
-Hey, hola.-saludo nerviosamente la menor.-No pensé que nos encontraríamos tan rápido de nuevo.
Ana y Tatiana se había conocido en los vestidores del campo polideportivo.
Tatiana rio asintiendo.-Yo tampoco. ¿A caso me estas siguiendo?-dijo, fingiendo una expresión de sorpresa.
-Si, claro.-contensto Ana riendo.
-Oh, lamento informarte que no me atraen las sasaengs-cerró sus ojos en una expresión lastimera, igualmente fingida.
Sasaengs se llamaba el grupo de béisbol, en el que ana estaba pre inscrita para jugar con otros establecimientos.
-¿Lo dices en serio?-Ana también fingió tristeza queriendo reír fuertemente por fuera.-Que lastima...y yo que simplemente quería un autógrafo de Tatiana Palacios.
Ambas no pudieron más y estallaron en carcajadas que se escucharon por toda la calle.
-Dios, me caes tan bien.-menciono tatiana cuando pudo parar de reír.
Ana Sonrio tiernamente-Lo mismo digo.-y desvío su mirada hacia la calle por la que se aproximaba un auto.
Su corazón se detuvo por un segundo, pero para su suerte, el auto que se acercaba era solo la mamá de Tatiana. Ambas chicas se despidieron y finalmente la mayor se fue.
Ana sintió su estomago destensarse y luego suspiro, aliviada de que la Mestra Vero no haya aparecido de repente mientras estaba con la pelinegra. Pero lo que no sabía era que ella si había estado a punto de aparecer por ahí, más se había detenido a unos cuantos metros al notar la presencia de la otra chica .
Cuando observo la calle libre de personas pertenecientes al instituto, continuó andando en su auto la corta distancia hacia la menor, quien rápidamente subió al asiento del copiloto y pudo quedarse tranquila al notar que las ventanillas polarizadas del coche estaban cerradas.
-¿Nueva amiga?-pregunto Vero, continuando por la calle.
-¿Eh?-contesto Ana con una media sonrisa.-Uhmm, si, algo así. Digo, nos conocimos hace solo unas horas.
La Miss Vero arqueó sus cejas, asintió lentamente y no dijo nada más.
-No pense que estaría ahí, realmente fue una coincidencia. Me asuste mucho de verdad.-volvió a hablar la menor, tratando de disipar un poco el silencio incómodo que se creó en un segundo.
-¿Te asustaste de qué?-pregunto Vero soltando una pequeña risa.
-Pensé que usted llegaría de repente y yo no sabría como explicar la situación después y....sí, eso.
-Por Dios, Tatiana es altísima, ¿como podría no berlas visto desde unos metros atrás?-la mayor río ys e detuvo en un semáforo.-Por eso me estacione, no pensaba simplemente llegar, para meternos en problemas después probablemente.
Ana asintió, entendiendo todo, preguntándose si en algún momento de la nueva repentina relación que estaba estableciendo con Tatiana podría confiarle algo como eso. Pero por el momento no tenía pensado hacerlo, ni loca. Tendría que conocerla más y hacer que demostrará que podía fiarse de ella, aunque eso le llevara un poco de tiempo, como debía ser.
No se dio cuenta de que la Mestra Vero estaba observándola mientras se encontraba sumida en sus pensamientos, hasta que esta puso la palma de su mano sobre su pierna izquierda.
-¿En que piensas?-pregunto con un tono de voz suave, apretando un poco el roce de su mano para llamar su atención.
Ana se sobresaltó un poco ante la sorpresa que le provocó tal acción, pero rápidamente le brindo una corta sonrisa a la mayor, negando con su cabeza.
-No es nada.-respondió, ubicando su mano sobre la que acariciaba suavemente su muslo.
-¿Segura?-la mayor puso la vista al frente y se dio cuenta de qur el semáforo ya había cambiado a verde, viéndose obligada a apartar su mano y continuar manejando.
La menor asintió animadamente, asegurándo su repuesta con un sonido afirmativo, ya que Vero no podia verla en ese momento, más que por si reflejo.
Finalmente, luego de unos cuantos minutos, llegaron a su destino, siendo este uno ubicado en una lujosa locación de CDMX. Ana no tenía una idea muy clara del prestigio del lugar, pero si le preguntabas a cualquier otra persona, podía asegurarte que el ^Hotel The St. Regis Mexico City^ era uno de los complejos más caros del país. Y eso tal vez ni siquiera era necesario, con solo verlo por fuera podías darte cuenta de ello.
Solo se encontraba entrando al lobby y Ana ya tenia una expresión densopresa para nada disimulada, viendo como cada rincón de ese lugar parecía costar millones de dólares.
Se preguntaba por que su maestra vivía en un lugar así, si según tenía entendido, un maestro tendría que ahorrar su vida entera tal vez para pagar tan solo un mes de renta ahí.
Estaba muy confundida realmente.
De todas maneras, dejo un poco de lado esa gran duda y subió al elevador con ella, aun sin perder su impresionada expresión, de la cual Vero se reía internamente por lo tierno que esto se le hacia.
Quizás debió haberle comentado algunas cosas aquella vez en el café, pero prefirió mil veces escuchar hablar a su alumna, y no se arrepentía de ello en absoluto.
Al llegar a si apartamento, entraron y la expedición de Ana fue mil veces mejor que la anterior que llevo todo el camino hasta ahí. Vero realmente quería sacarle una foto y observarla cuando se sintiera triste o desanimada, porque seguramente le sacaría una buena risa.
Ana camino con timidez dentro del lugar y espero a que su maestra dijera algo sobre quitarse los zapatos, pero no lo hizo. Ella tampoco se los había quitado, así que supuso que, al igual que en su caso, ya no seguían esa costumbre.
-Sientate, por favor.-Vero dejo su bolso y abrigo en la entrada.-¿Tienes hambre? Puedo pedir algo, ya casi es hora de cenar.
La.menor negó con su cabeza, quedándose parada ahí mismo sin querer seguir adentrándose por miedo a romper alguna cosa o algo así. Toda su apartamento era como un sueño, era realmente precioso e increíble.
-N-No, gracias,-pudo responder con palabras al fin.-...no quisiera molestar.
La Miss Castro apareció frente a ella con un vaso con agua, entregamdoselo a la menor y yendo a tomar su celular de su bolso. Ana agradeció por el agua y se sentó cuidadosamente sobre uno de los sofás de terciopelo gris que se encontraba en la sala.
-Me pareció escuchar un "si, por favor muero de hambre ya".-dijo la mayor al buscar el número de algún restaurante en su celular.-Asi que no te preocupes, yo me encargo.
Ana cerró sus ojos y negó con su cabeza, sonriendo ante la necedad de su maestra ante sus palabras. Aunque en realidad sí moría de hambre, no había podido almorzar ese día, pero obviamente no pensaba decírselo.
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Holaaaaaa, uno massss🤙🏼