La mayor se posicionó detrás de la silla de Ana y sus dos manos se colocaron a cada lado del cuerpo de la menor, sobre la superficie de la mesa, leyendo desde ahí el trabajo que había hecho con las oraciones. Se inclino un poco, creando más cercanía entre ambas y volteó a verla luego de unos segundos.
—Muy bien...—Ana sintió como sonreía un poco a su lado.—Ahora si ¿ha quedado claro el tema?
—Sí...muchísimas gracias por tomarse el tiempo de venir hasta mi casa, Miss Castro.—agradeció volteando hacia ella.
La distancia de sus rostros era corta, muy corta. Por un momento pudo sentir como su respiración se cortaba al sentir la de Vero cerca suyo. Sus miradas se encontraron y las mantuvieron unos segundos, Ana totalmente embelesada con sus adictivas facciones.
Poco a poco, sin pensarlo siquiera, ya que estaba tan absorta en su belleza, quiso ir cortando la distancia, sus labios picando en necesidad de probar aunque sea un poco de los contrarios. La mano de Vero, sorprendentemente, se coloco en su espalda , simplemente la mantuvo ahí. Realmente temía que su maestra pudiera escuchar lo fuerte que su corazón latía en su pecho en esos momentos.
Sus labios estuvieron a punto de tocarse, no faltaba nada más que unos sentimientos. Más sus intenciones se vieron arruinadas en el momento en que la Miss Castro levantó su rostro y quito la mano de su espalda, caminando hacia su anterior lugar y tomando su cartera .
Ana apretó sus labios y desvío su mirada, el ambiente viéndose lleno de tensión, sin siquiera poder formular una disculpa o algo.
—Creo que ya me voy, espero que realmente hayas comprendido, Ana.—empezó a caminar hacia la puerta principal, siendo seguida por la menor.—No dudes en escribirme de nuevo si tienes alguna duda, ¿si?
Ana asintió, sin siquiera poder ver a su Maestra a la cara. Estaba tan avergonzada en ese momento.—De nuevo, muchas gracias, Miss Castro.
—No es nada.—la mayor dio un paso fuera de su casa y volteo de nuevo hacia la menor.—por cierto, te ves muy bien así.
—¿A-Así cómo?—preguntó Ana, subiendo su mirada tímidamente.
—Así, sonrojada y nerviosa.—dijo, provocando que la menor bajara de nuevo su rostro y una pequeña sonrisa la traicionó.—Bye, Ana.
Vero se despidió elegantemente agitando su mano y se dio media vuelta, empezando a caminar hacia su auto. Subió a este y, al cabo de unos segundos, lo vio desaparecer, junto con la mujer que acaba de hacerle un cumplido que la dejo totalmente confundida.
Entro de nuevo a su casa y Mía, su perrita, apareció a sus pies. Ana la tomó entre sus brazos y la apapachó.
.
.
.
.
El último del día, gracias por leer💋🤭