La guerra había comenzado de nuevo cobrando su primera víctima. Ahora no sólo dependía de ella el cambiar las cosas que están escritas, también él podía hacerlo.
Enfrentar todo para poder tener una vida tranquila de nuevo era lo que la familia Black...
❝Los secretos son uno de los peores errores que el ser humano puede cometer❞
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Reunión De La Orden
A ojos de las personas que pudieran pasar cercas de ese lago, no verían nada, pero solo se tendría que dar unos cuantos pasos y frente a ellos aparecería una bonita casa que estaba bien protegida por miles de hechizos de protección.
Sirius había ofrecido aquella casa que su tío Alphard le había dejado como parte de su herencia para que las reuniones de la Orden del Fénix pudieran llevarse a cabo. Como en ese momento que se encontraban todos reunidos, poniéndose al día.
Y aunque algunos miembros de la Orden no estaban muy convencidos de tener entre ellos a tres ex mortifagos y una seguidora, Dumbledore seguía afirmando que Snape, Tulio, Regulus y Emmily estaban de su lado y no correrían riesgo alguno, pero no les convenció para no estar de acuerdo para contar sobre la profecía que unía a Harry con Voldemort.
—¿Y Harry sabe que es parte de esta profecía? —preguntó Regulus viendo al azabache y a su hermano una vez que terminaron de contar todo lo que sabían de aquello.
—No, y no quiero que lo sepa —habló Lily, atrayendo la atención de todos.
—¿Por qué no? —preguntó Tulio con el ceño fruncido.
—Quizás sea... fácil para Harry —habló Dumbledore—, pero de cierta manera, también peligroso.
—Yo creo que Harry ya está en el suficiente peligro sin saber de esa profecía ¿no? Que más da que la sepa —Emmily se cruzó de brazos.
—Por supuesto que está en el suficiente peligro sin saber sobre la profecía —habló Hestia Jones antes de que la castaña continuará—, sólo digo ¿Qué se espera teniendo como tíos a unos ex seguidores del que lo debe ser nombrado y que todavía llaman "Señor"?
Tulio miró de inmediato a su amiga, esperando la reacción a eso, pero Dumbledore se adelantó.
—No empecemos con ese tema de nuevo, por favor —pidió de manera tranquila—. Ya lo dije y lo vuelvo a repetir; no tendremos problemas con ellos ¿o me equivoco?
—Sabe que no, profesor —dijo Regulus, poniendo una mano sobre la de su esposa, que no apartaba la mirada de Hestia.
—Bien, continuemos con lo que estábamos —prosiguió hablando Dumbledore, siendo escuchado por todos.
