La guerra había comenzado de nuevo cobrando su primera víctima. Ahora no sólo dependía de ella el cambiar las cosas que están escritas, también él podía hacerlo.
Enfrentar todo para poder tener una vida tranquila de nuevo era lo que la familia Black...
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Maldita Umbridge
Las vacaciones pasaron lo más normales que pudieron pasar.
El señor Weasley salió del hospital para noche bueno. La última Luna Llena del año estaba cercas y eso significaba que Remus estuviera débil y cansado esos días. La poción que Emmily logró mejorar, le evitaba a volverse menos violento y los dolores ya no eran tan intensos.
Aunque no solo Remus la tomaba, Jason también lo hacía, aunque en una poción menor a la de su padre.
El mayor miedo de Remus con la simple idea de tener hijos propios, era que podía pasarle la licantropía, por su suerte, eso era imposible en un noventa por ciento, pues aunque Jason no padecía los mismos cambios que un hombre lobo, si sufría otros padecimientos: el cansancio, el sentirse débil eran los más recurrentes, por lo que se la pasaba la mayor parte del día durmiendo en esos días del mes.
En ese momento, Jason se había quedado dormido en los brazos de Emmily. La castaña estaba de visita en la casa de Monse y Remus. En el sillón frente a ella, estaba Remus, viendo a su hijo con cierta tristeza reflejada en los ojos.
—Quita esa cara Remus —habló Emmily un tanto bajo, para no despertar al pequeño castaño—, que no es todo el mes que está así, solo son dos o tres días.
—La otra vez duro cuatro días —Remus soltó un suspiro y se pasó una mano por la cara.
—Bueno, fue una luna muy fuerte —añadió al saber de cual hablaba, pues había tenido que llevarle doble reacción.
Remus se tapó la boca cuando bostezo y se puso de pie.
—Voy a acostarme un rato —se acercó a Emmily—, me lo llevo para que puedan hablar tranquilas y para que descanse mejor.
Emmily se puso de pie también y Remus tomó a su hijo, lo acomodó para que quedara contra su pecho, haciendo que su cabeza se recargara en su hombro y ambos desaparecieron hacia la habitación del matrimonio Lupin.
Emmily, por otro lado, fue hacia la cocina, donde estaba su amiga terminando de preparar la comida.
—Supongo que a Remus no le agrada mucho la idea de tener otro hijo ¿verdad? —preguntó apenas llegó a un lado de Monse, que estaba sentada en la mesa de la cocina, mientras, atrás, las cucharas se movían mágicamente dentro de las ollas.
