La guerra había comenzado de nuevo cobrando su primera víctima. Ahora no sólo dependía de ella el cambiar las cosas que están escritas, también él podía hacerlo.
Enfrentar todo para poder tener una vida tranquila de nuevo era lo que la familia Black...
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Partido De Quidditch
La invitación que les había llegado, solo alegró a la pequeña familia Black, pues se trataba del primer partido de Quidditch del año, y también el primer partido de Leo.
Obviamente los Potter también estaban invitados, como cada año y esa fue la perfecta oportunidad para que James y Regulus recordaran la apuesta que habían hecho sobre quién de sus hijos (y obviamente sus respectivas casas) ganaban el partido.
—Pero mamá, queremos ir a ver a Leo —insistió Kaia brincando en su cama, su mellizo se encontraba en el sillón individual que la joven castaña tenía en su habitación.
—¿Quieren ir a ver a su hermano o quieren aprovechar la oportunidad para ver el castillo? —preguntó Emmily viendo a ambos y notando como intercambiaban una mirada, tratando de reprimir la sonrisa que amenazaba en sus labios.
—Bien, yo quiero ir para ver el castillo, Kaia si quiere ir para ver el partido y el castillo —aclaró Altair, levantándose para llegar a donde está parada su madre y abrazarla de la cintura, mirarla a los ojos y hacer un puchero que le hacía ver de lo más tierno gracias a las gafas y esa apariencia de no romper ni un plato, cuando era todo lo contrario—. Si nos llevas, mami.
Emmily trato de mantener su posición de madre marca "Walburga Black", es decir, expresión fría y sin dejarse doblegar por sus hijos, pero para la castaña le era tan difícil resistirse a su pequeño como le era difícil no entrar a toda dulcería que se le cruzara por su camino.
Por lo que relajo su expresión, puso sus manos a ambos lados del rostro de su hijo menor y le apretó las mejillas de manera tierna.
—Detesto que sepas cómo manipularme, jovencito —Emmily dejó un beso en su frente y lo abrazo con fuerzas y después miró a su hija, que no dejaba de brincar en la cama— ¿Y tú ya trataste de convencer a tu padre?
—Yo lo convencí desde antes de que llegara la carta de que están invitados para asistir —comentó con una sonrisa orgullosa por su tarea realizada sin esfuerzos— ¿Qué les puedo decir? Papá no le puede decir que no a su niña consentida.
—Manipuladora —pensó Altair, sabiendo que su hermana lo escucharía, y sí que lo hizo, pues tomó una de sus almohadas y se la arrojó a su hermano, dándole casi en la cara.
—¡Kaia! Ten cuidado que lo vas a lastimar con los lentes —le regañó Emmily, pero la joven castaña no le prestó atención y le habló a su mellizo.
—¿Y como se llama lo que acabas de hacer con mamá? —preguntó, atrapando en el aire la almohada que había arrojado segundos atrás y que ahora Altair se la había regresado.
