La guerra había comenzado de nuevo cobrando su primera víctima. Ahora no sólo dependía de ella el cambiar las cosas que están escritas, también él podía hacerlo.
Enfrentar todo para poder tener una vida tranquila de nuevo era lo que la familia Black...
❝Pequeños momentos de felicidad, grandes recuerdos❞
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Entrenamientos Y Cenas
«No debo interrumpir las clases»
Esa frase no sólo se había quedado plasmada en el pergamino que Umbridge le había dado, sino que también se quedó plasmada en el dorso de su mano izquierda.
Leo intentó hacerla desaparecer con algunos hechizos de curación que su tía Monse le había enseñado, pero ninguno servía, esa frase aún se veía en su mano.
No quería que nadie la viera, ya tenía mucho con sus amigos que le insistían en acusarla con Dumbledore o decirles a sus padres, pero sabía qué si su madre se enteraba de lo que pasó, las cosas no iban a terminar bien, así que optó por usas el regalo que Tonks le dio en su pasado cumpleaños: unos guantes de piel que solo le cubrían la mitad de los dedos.
—¿Y no crees que con esto vas a llamar más la atención? —preguntó Astoria mirándolo con los brazos cruzados.
Leo solo se encogió de hombros. No quería pensar más en el castigo de la profesora cara de sapo, ahora solo estaba interesado en, uno: terminar sus trabajos para el fin de semana tenerlo libre, y dos: convencer al capitán del equipo de Quidditch que le dé una oportunidad.
Quería ser parte del equipo si o si, aunque eso significara que tendría que competir contra su primo, lo haría.
El sábado llegó y le trío de amigos se dirigieron al campo de Quidditch, eran las siete de la mañana y el clima estaba más frío que de costumbre.
Leo ya había hablado con Montague, el capitán del equipo, anteriormente, éste le dijo que sí, que se presentará, sólo que ahora debía ver la reacción de los demás miembros del equipo, obvió que recibiría un rechazo, como lo ha estado recibiendo, pero no le importaba.
—Mucha suerte —le dijo Jack antes de irse junto a la castaña a las gradas y ver el entrenamiento.
Leo respiro profundo, tomó con fuerza su saeta de fuego y se acercó a donde estaban los demás.
—Tiene que ser una broma —el primero en hablar fue el que ya Leo había esperado. Draco lo miró con desagrado, en especial, cuando vio la escoba que llevaba.
—Aunque no te guste, Malfoy —habló Montague al frente de todos—, a todos se les da una oportunidad, quieran o no. No voy a desaprovechar talento solo por conflictos familiares. Así que los quiero a todos concentrados en el juego, o de lo contrario se quedarán sin un puesto en el equipo, y no necesito recordar que, incluso los que ya están en el equipo corren el riesgo de quedar fuera, así que nada de peleas ni rabietas ¿entendido? Ya tendrá bastante tiempo los demás días.
